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“Son pinceladas para pintar a un líder”

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Diario Página 12

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Estela Bravo es una de las documentalistas más respetadas internacionalmente. Su film Fidel, la historia no contada –que ganó el Primer Premio del Festival Urbanworld de nueva York– recorre lo político y lo personal en la vida de Castro.

La paloma blanca no se posó en el hombro de cualquiera. Eligió el del líder de la revolución cubana, ante el asombro de la multitud que asistía a una jornada histórica: el primer discurso de Fidel Castro. El pueblo interpretó que ese hombre, que nació en Birán, una zona agrícola lejos de la capital, en el seno de una familia de analfabetos, era un elegido, un “enviado de Cristo”, como recuerda el comandante Juan Almeida. En Fidel, la historia no contada, un documental de Estela Bravo –considerada una de las mejores realizadoras de la actualidad–, la cámara de Bravo consigue personalizar lo político y politizar lo personal, y en esa magistral yuxtaposición la realizadora revela una perspectiva diferente, original y refrescante. Por primera vez, aparece el líder cubano nadando junto a sus guardaespaldas, visitando la casa donde se crió y la escuela pública de su niñez o festejando su cumpleaños en compañía del Buena Vista Social Club. Desde la tenaz resistencia a la dictadura de Fulgencio Batista, que Fidel inauguró con el fallido ataque contra el cuartel Moncada en Santiago de Cuba (el 26 de julio de 1953), por el que fue condenado a 15 años de prisión, el itinerario político e individual de Castro se funden de tal modo que la permanencia de la revolución socialista y su emblemático líder conforman las dos caras de una misma moneda.
 
El líder revolucionario, amnistiado por Batista, ensambló un núcleo de fuerzas guerrilleras en su exilio en México (en donde conoció al por entonces joven médico argentino Ernesto “Che” Guevara, que inmediatamente su sumó al grupo) y planificó un levantamiento armado en 1956, que fue reprimido por los militares leales a la dictadura de Batista. Atrincherado en las montañas de Sierra Maestra, comenzó una guerra de guerrillas, que contó con el apoyo y la participación de los campesinos. A 45 años del triunfo de la revolución cubana, a partir del próximo sábado, Página/12 ofrece a sus lectores Fidel, la historia no contada (compra opcional a 12 pesos), un documental imprescindible, que rescata imágenes de los archivos estatales cubanos y las confronta y complementa con material exclusivo de la propia realizadora: entrevistas al ex diplomático norteamericano en La Habana, Wayne Smith; el ex fiscal de Estados Unidos, Ramsey Clark; el asesor del presidente Kennedy, el historiador Arthur Schlesinger Jr., la escritora norteamericana Alice Walker, el escritor y poeta Miguel Barnet, el Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, el cineasta Sydney Pollack, el artista Harry Belafonte y un puñado de amigos y familiares, entre otros testimonios.
 
Entre las imágenes memorables del film de Bravo, hay una que demuestra la rapidez de reflejos de Fidel para tomarse los asuntos serios jocosamente. La directora le pregunta cuántas veces trataron de matarlo. “Lo sabré cuando llegue al cielo”, le responde bromeando Fidel. Más allá del chiste, lo cierto es que la estatura política de Fidel y la identidad que le imprimió al proceso revolucionario fueron dos motivos suficientes para conquistar enemigos dispuestos a voltear a ese rebelde barbudo (al principio, un nacionalista radical apasionado por la justicia social) que abrazó las banderas del marxismo. En la entrevista con Página/12, Bravo comenta que empezó a filmar Fidel... hace unos diez años. “La idea fue de un productor inglés, en ese entonces esposo de la cantante Annie Lennox, quien no sólo estaba fascinado por la personalidad de Fidel sino también por su postura frente a los Estados Unidos –explica la realizadora–. Por diversas circunstancias no pudimos seguir con ese productor y en cambio lo hicimos con el Canal 4 de la televisión inglesa.” El documental fue emitido por la televisión británica en enero de 1999 con el apoyo de una empresa productora de Los Angeles. En el 2001, Bravo y su esposo (el argentino Ernesto Mario Bravo, guionista y también productor) decidieron hacer otra versión en 35mm, modificaron algunas partes y reactualizaron el documental. Esta nueva versión fue seleccionada para el FestivalInternacional de Cine de Toronto y obtuvo el primer premio en el Festival Urbanworld de Nueva York, y es la versión que se verá en Argentina. “Los medios de comunicación presentan un estereotipo de Fidel Castro, que no es el que nos consta a mi esposo y a mí. Creíamos que era necesario reflejar los 40 años de la revolución y el rol que jugó Fidel”, subraya Bravo.
 
–¿Qué episodios o anécdotas descubrió acerca de Fidel que desconocía?
 
–Su capacidad de conversar sobre aspectos disímiles y a veces nimios de la vida; de mantener amistad con gentes de polos ideológicos diferentes y de tener la curiosidad de un niño que lo pregunta todo. En el documental aparecen varios aspectos de la personalidad de Fidel, como su tendencia a competir y querer ganar, como lo contó Gabriel García Márquez en la entrevista que tuvimos con él. Recuerdo que una vez le contaba a Fidel la preocupación de un norteamericano, que se preguntaba cómo era posible que todavía hiciera discursos durante tantas horas: “¿Fidel no necesita siquiera ir al baño?”. Fidel me respondió: “Eso es para demostrarles a mis adversarios que no tengo problemas de próstata”.
 
–¿Fidel es más comprendido y menos demonizado que hace 20 años?
 
–Las demonizaciones de los medios varían de acuerdo a los tiempos y circunstancias. Sin embargo, si las votaciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas pudieran ser un termómetro, se observará el rechazo casi unánime del mundo por los más de 40 años del bloqueo a Cuba: 179 votos contra 3, en la votación de hace unos meses. Esta comprensión se expresa en las muestras de solidaridad y simpatía hacia Cuba y Fidel, recientemente en Argentina, en oportunidad de la visita del Comandante para la asunción del presidente Néstor Kirchner. Similares expresiones de afecto se produjeron ya en otros países de América latina y otros del llamado Tercer Mundo.
 
–En el documental usted logra personalizar lo político y politizar lo personal. ¿Qué recursos utilizó para lograr ese cruce entre lo privado y lo público en el caso de Fidel?
 
–Fidel, desde muy joven, fue un líder político por excelencia, de manera que es difícil tratar de separar lo político de lo personal. Nuestro documental no se propuso analizar la personalidad de Fidel; sólo trazar algunas pinceladas en el contexto de su rol en el proceso revolucionario. Melba Hernández, heroína de la revolución, nos dijo que cuando estaban preparando la expedición a Cuba, en México, para distraerlo a Fidel de sus tareas, lo invitaron a un baile con la promesa de que esa noche había que olvidarse de la política. Mientras los demás estaban divirtiéndose y bailando, al acercarse Melba a Fidel, que estaba con una mexicana... ¿de qué estaban hablando? Pues de cómo haría la revolución en Cuba.
 
–La imagen de la paloma que se posó en el hombro de Fidel, ¿qué reflexión le merece?
 
–Esa imagen integra el patrimonio de los revolucionarios de la isla. Entre los católicos, la paloma significaba un mensaje de paz relacionado con la Santísima Trinidad, mientras que para los de religión afro-cubana, representaba un mensaje del santo Obatalá, que elegía a ese hombre. Wayne Smith, en ese entonces diplomático norteamericano en La Habana, nos relató que mientras miraba la escena en la TV escuchó un ruido en la cocina y que al dirigirse allí vio a la cocinera negra hincada de rodillas y elevando sus brazos al cielo.
 
–En algunos de los comentarios de la prensa norteamericana sobre su film, se lo criticaba por falta de “objetividad”. ¿Cómo contestaría a este cuestionamiento?
 
–Estoy segura de que no acusarían de falta de objetividad a un documental que denigrara a Fidel Castro y a su revolución. A nuestro documental lo critican porque se aparta de la “historia oficial” que ellos quieren imponer. Un documental refleja, a la larga, la visión del directory el público juzgará en qué medida lo ha logrado. Por mi parte, yo no quise hacer una disección de la personalidad del Comandante, sino reflejar su rol durante cuarenta años de la Revolución. Debo decir que en los Estados Unidos, donde los ataques a Castro han sido de lo más virulentos, nuestro documental tuvo una difusión sorprendente.
 
–¿Cómo piensa que será recordado Fidel?
 
–Como un líder mundial que “echó su suerte con los pobres de la tierra”, como José Martí, que luchó por la independencia de Cuba enfrentando, desde su pequeña isla, a la potencia más grande de la historia.