Fidel Castro: un gigante que desafió huracanes
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Los cubanos y cubanas siempre vimos a Fidel ocupar la primera línea de combate para enfrentar los peligros que acecharon a la Patria. Pero en tiempos de ciclón, fue muy común ver al jefe dirigiéndolo todo desde el Centro de Pronósticos de Instituto de Meteorología, en La Habana, en el Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil o en el propio lugar de los hechos, allí frente a vientos y mareas siempre estuvo él con su traje verde olivo.
Cleo, Alma, Inez, Kate, el Lily de 1996, Georges, Michelle, Charley e Iván, fueron organismos ciclónicos que afectaron a Cuba y encontraron a Fidel impartiendo instrucciones para proteger a las personas y preservar los recursos de la economía, recorriendo cada área afectada incluso bajo los embates de la severa inclemencia del tiempo, dando aliento a los damnificados, y asegurándoles que la Revolución no los abandonaría jamás. Esa es una de las razones que hacen de su legado un sentimiento eterno para el pueblo.
En la memoria de nuestros abuelos perviven aquellas anécdotas de los días tempestuosos del ciclón Flora cuando el líder de la Revolución casi pierde la vida pues el anfibio en que se trasladaba fue arrastrado por la corriente del río.
Quizás su mismo espíritu de deportista, de guerrillero, de escalar montañas y hasta de aprender a nadar en la posa Los Jobos en su natal Birán, lo forjaran para atreverse a desafiar los “demonios” de la naturaleza.
Cuando el “Flora”, no solo utilizó todos los recursos que estaban a mano como aviones de fumigación, helicópteros, botes de remos o motor, caballos, anfibios de las Fuerzas Armadas sino que a nado recorrió las principales zonas afectadas, apoyando en las tareas de salvamento.
Según la prensa de época, el paisaje era desolador. Había cadáveres de personas en los caminos, sobre cercas de alambre cuerpos de mujeres, hombres y niños ahogados, y la tristeza como una sombra en los ojos hinchados de quienes perdieron hasta el camino a la casa, pero lograron conservar la vida. En los tiempos que corren gracias a la visión de futuro y a la grandeza de la Revolución de Fidel, la historia es bien diferente. No se lamentan pérdidas de vidas porque como el Comandante expresó: no hay huracanes que puedan con los cubanos unidos.
Así, en tiempos de ciclón muchos lloraron cuando lo veían aparecer, pues aunque tenían solo la ropa que llevaban puesta, ver de cerca a Fidel era la esperanza de que no estaban solos y otra vez llegarían los techos y se levantarían las paredes.
Siempre fue un cazador de las aguas huracanadas, y luego, cuando volvía la calma y dejaba ver las carreteras rotas, los árboles mutilados y los escombros como queriendo gobernar en los pueblos, Fidel comenzaba la dura lucha de la recuperación.
En tiempos de ciclón el legado del Comandante invicto nos hace fuertes y nos une. La Revolución de Fidel no dejará a nadie desamparado.