Fidel y “Alberto”
Meses atrás, el tema de conversación en mi casa fue diferente: la mayoría del tiempo se habló de "Alberto". En varias ocasiones anteriores había escuchado ese nombre relacionado con uno de los fenómenos meteorológico que más daño ha provocado en Pinar del Río.
Fue la depresión tropical que se distinguió por las intensas precipitaciones que afectaron a la provincia desde su formación el dos de junio de 1982, provocando grandes inundaciones, muchas de ellas sin precedentes en la historia, y pérdidas de vidas humanas y materiales.
Todavía quedan anécdotas sin contar, otras son recordadas. "Mi cumpleaños lo pasó bajo agua, no pude salir a ningún lado, solo a la escuela", dijo una señora a quien conocí; "En el cuchillo que se forma en el servicentro, frente a la Dirección Municipal de la Unión de Jóvenes Comunistas de la capital, el agua daba por las rodillas y más adentro, en el reparto Carlos Manuel, por la cintura, todo estaba inundado", añadió otra persona.
"Alberto" afectó a la provincia como depresión tropical, lo cual demuestra que no se puede desestimar un evento de este tipo por débil que sea, pues muchas veces produce precipitaciones más fuertes que un huracán de gran intensidad.
Hubo concentraciones de lluvias en las zonas montañosas de Vueltabajo, donde nacen los ríos Guamá, San Juan y Cuyaguateje, que junto a los fuertes vientos causaron cuantiosos daños. Los ocasionados a la economía estuvieron calculados en alrededor de 50 millones de pesos, según reflejó la prensa de la época.
DIFÍCIL DE OLVIDAR
"Históricamente fue el desastre natural que más devastó al municipio San Juan y Martínez, porque nunca antes las aguas llegaron al nivel que alcanzaron. Sucedieron cosas insólitas como la anécdota de Luis, quien salió de Boca de Galafre en un camión, cayó en medio de un puente arrancado por la crecida y salvó a una mujer y una niña que lo acompañaban", afirmó Francisco Valdés Alonso, periodista y vecino del poblado.
Misai Rodríguez Padrón, una de las víctimas de "Alberto", expresó: "Vivía con mi familia en El Cañón, al otro lado del río. Empezó a llover sin parar al punto de juntarse el arroyo y el río. Fue creciendo considerablemente y decidimos abandonar el hogar. Pero la presión de la corriente nos dispersó y yo me trepé en un árbol. Cuando aquello tenía seis años.
"Esa noche no cerré los ojos, alguien me dijo: 'Niño no te duermas que te vas a ahogar'. De mi familia murieron cuatro personas. Nos quedamos sin casa. Desde entonces dejé atrás ese lugar, ahora vivo en el pico de una loma".
Los más viejos del poblado sanjuanero dijeron que la útima vez que ocurrió algo semejante fue en los años '50 del pasado siglo, para el cual la gente nunca estuvo preparada.
LA SORPRESA
Indagando más sobre el tema encontré a Francisco Rodríguez Fernández, Pancho, primer secretario del Partido en San Juan y Martínez en ese momento, y quien accedió a evocar los sucesos de aquel entonces.
"Llovió todos los días, a veces por intervalo o de manera continua. Jaime Crombet, primer secretario de la provincia en esa época, orientó a sus homólogos dirigirse a sus respectivos municipios para adoptar medidas y controlar cualquier situación.
"Me costó trabajo llegar. Alrededor de las siete de la noche las vías de acceso al pueblo fueron amenazadas por las riadas. Una vez instalados distribuimos a funcionarios del Partido municipal y del Gobierno en las diferentes zonas de la región, incluso en los lugares más vulnerables, entre ellos Boca de Galafre y Punta de Cartas por la penetración del mar y las comunidades Río Seco y Vivero.
"A cada rato monitoreábamos el río San Juan. Un compañero iba, lo observaba, nos informaba y a la hora volvía, hasta que llegó la alarma de que el agua avanzaba hacia las viviendas.
"El fondo habitacional del pueblo era malo. Los pobladores salieron rumbo a las zonas altas. Cerca de las 12 o una de la mañana el agua tapó las casas en algunas áreas. La electricidad se fue, los puentes de Boca a Guane colapsaron y la crecida arrastró los raíles de la línea del tren. Estuvimos incomunicados por vía terrestre. El municipio en aquel entonces tenía más de 40 000 habitantes.
"Al día siguiente me llamaron para decirme que estuviera preparado que iba a recibir una visita. Yo no pensé en Fidel, sino en Juan Almeida Bosque, Ramiro Valdés u otro dirigente de la dirección central.
"Cerca de las 11 de la mañana vi un yipe ruso, dije, concho, en ese yipe a mí me parece que el que viene es Fidel. Cuando pensé en eso las piernas me empezaron a temblar; él hacía interrogaciones que uno no sabía cómo contestarlas, además lo conocí en dos congresos del Partido al que asistí.
"Frenó el carro de cuatro puertas; Fidel y Jaime con otras personas sentado atrás. El Comandante me saludó y dijo: 'Tienes que ir con nosotros porque el que posee los elementos para informarnos eres tú, pero aquí no cabes. ¿Te puedes poner en el estribo?, prueba'.
"Así ocurrió, me agarré de las puertas y emprendimos el recorrido.
"Visitamos varios lugares y al concluir Fidel indicó atender con inmediatez a los afectados con el tema de la vivienda y los recursos materiales y represar el río, porque si no el poblado continuaría en peligro".
Y recuerdan los sanjuaneros las constantes citas que se daban después de las jornadas laborares, para emprender en conjunto la fase de recuperación.