DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN EL ACTO DE GRADUACION DE 10 658 EGRESADOS DEL DESTACAMENTO PEDAGOGICO UNIVERSITARIO "MANUEL ASCUNCE DOMENECH", EN EL POLIGONO DE CIUDAD LIBERTAD, EL 7 DE JULIO DE 1981
Fecha:
Compañeros dirigentes y trabajadores de la Educación;
Queridas compañeras y compañeros que se gradúan en la tarde de hoy:
Tradicionalmente efectuamos este acto en el teatro "Carlos Marx", esta vez no ha sido posible, y tal vez por ello también según me cuentan —a ustedes les cayeron algunas lloviznas (RISAS). Pero es que este año se habría de producir la graduación más alta de nuestra historia, un verdadero récord que no sé si podrá superarse. Ello se debe —como se explicó— a que se produce la graduación simultánea de tres contingentes: el VI Contingente, que es el primero que comenzó con el nivel de 12 grado y que asciende a 3 662 graduados; como parte del VI Contingente se incluyen los primeros 687 Licenciados en Educación en especialidades de la educación técnica y profesional (APLAUSOS) y 102 en pedagogía (APLAUSOS). Se incluyen asimismo 605 integrantes del I Contingente del Destacamento Pedagógico Internacionalista "Che Guevara" (APLAUSOS). Este contingente recibe el título de Licenciados en Educación (APLAUSOS).
Ahora, está presente también el V Contingente (APLAUSOS); pero como el V Contingente comenzó con décimo grado y estudió cinco años, es por eso que coincide el VI que empezó con 12 y el V que comenzó con 10, el primero con un año menos de estudio al final y el segundo con un año, es decir, con cinco años, un año más. De modo que por eso se juntan los dos.
Ahora bien, no podemos olvidar que para este V Contingente existe el programa de ampliación, para que ellos puedan obtener también el título de Licenciados en Educación. Siempre hemos hecho una fuerte exhortación a los compañeros que terminan, de los que comenzaron con el décimo grado, a que continúen estudiando para alcanzar el título de Licenciados. Y por eso precisamente aquí se gradúan 2 101 del III Contingente (APLAUSOS), que ya se habían graduado como profesores y que continuando sus estudios se gradúan ahora con el nivel de Licenciados. Es decir, eso explica para nuestro pueblo la enorme masa de graduados que se han reunido aquí: el VI Contingente que empezó con 12 grados y se hacen licenciados, el V que comenzó con 10 grados y se gradúan como profesores y el III que ya se graduó una vez como profesor y se gradúan esta vez como Licenciados; de todas formas son más de 10 000, un número realmente impresionante. Podíamos decir que esta histórica graduación constituye en realidad un orgullo para la Revolución (APLAUSOS). Dudo de que alguna vez en algún país, con una población de alrededor de 10 millones de habitantes, se hayan graduado en un día 10 658 profesores, todos ellos con cinco años de estudios universitarios o con cuatro. Y, por supuesto, estoy absolutamente seguro de que ningún país del Tercer Mundo, cuyas condiciones ustedes conocen, haya graduado alguna vez más de 10 000 profesores de nivel medio en un curso.
Cualquiera puede comprender cuánto enriquece esta graduación nuestros recursos de cuadros educacionales y nuestras reservas de profesores, reservas que servirán no solo para mejorar la calidad de nuestra educación, no solo para ayudar a otros pueblos en determinadas circunstancias; sino que nos permiten continuar elevando el nivel de nuestro profesorado, porque al disponer de suficiente número de graduados de maestros primarios y de profesores no se va a producir por eso el desempleo de los profesores y maestros, sino que servirán para posibilitar estudios de superación y estudios de posgrados a nuestro cuerpo de maestros y profesores. Si tenemos una reserva de 3 000 maestros, significan 3 000 maestros en servicios que podrán pasar a superarse; y si tenemos 10 000, 10 000, lo mismo con los maestros que con los profesores. En nuestra Revolución, por tanto, nunca sobrarán los maestros ni los profesores, y en nuestro mundo mucho menos.
En estos años de Revolución hasta el curso 1979-1980 se habían graduado alrededor de 151 000 maestros y profesores. Son los que se han graduado ya en la Revolución, para permitir que nuestro país cuente hoy con más de 210 000 profesores y maestros. Grande ha sido el esfuerzo necesario, incontables los trabajos de todos: desde el modesto constructor que nos ayudó a edificar las escuelas de maestros primarios, de secundaria, las escuelas pedagógicas, hasta los profesores que han trabajado tan arduamente, preparando los cursos, preparando los textos, perfeccionando el sistema, incluyendo, por supuesto, la consagración, el interés, el sentido del deber de los estudiantes que integraron estos contingentes y que acudieron —como recordamos— al llamado de la Revolución, al llamado de la juventud para hacerse profesores, a fin de resolver aquel aparentemente insoluble problema de la enorme masa de jóvenes que en un momento dado pasó del sexto grado a la secundaria, para llevar los niveles de enseñanza media a casi 1 200 000 estudiantes. Sin esa respuesta de ustedes, sin esa respuesta de nuestros jóvenes estudiantes, habría sido absolutamente imposible cumplir esta tarea. Por eso digo que es enorme la suma de esfuerzos y de sacrificios realizados para lograr un día como hoy una graduación como esta.
Para ustedes comienza la vida del trabajo, para la inmensa mayoría de ustedes, puesto que ya una parte estaban integrados como trabajadores. Pero ya comienza con nuevo título, con una nueva meta alcanzada, la tarea del educador. Las responsabilidades de ustedes aumentan extraordinariamente; a la alegría del momento en que se recibe este título, se suma la enorme responsabilidad del trabajo que tienen delante. Es por eso que nosotros deseamos exponer o reafirmar algunas ideas que son esenciales para el trabajo que ustedes van a realizar, y que son esenciales para el trabajo de todo maestro o profesor.
En primer término, hay que tener presente que en la escuela es el maestro, es el profesor quien concreta los lineamientos trazados por el Partido en la medida que sepa dar cumplimiento a los planes de estudio, programas, indicaciones metodológicas y documentos normativos.
El educador debe ser, además, un activista de la política revolucionaria de nuestro Partido, un defensor de nuestra ideología, de nuestra moral, de nuestras convicciones políticas. Debe ser, por tanto, un ejemplo de revolucionario, comenzando por el requisito de ser un buen profesor, un trabajador disciplinado, un profesional con espíritu de superación, un luchador incansable contra todo lo mal hecho y un abanderado de la exigencia.
El educador no debe sentirse nunca satisfecho con sus conocimientos. Debe ser un autodidacta que perfeccione permanentemente su método de estudio, de indagación, de investigación. Tiene que ser un entusiasta y dedicado trabajador de la cultura.
La autopreparación es la base de la cultura del profesor. Es esencial la disposición que cada compañero tenga para dedicar muchas horas al estudio individual, su inquietud por saber, por mantenerse actualizado, por mejorar su trabajo como educador.
Para llegar a ser un educador respetado por sus conocimientos, hay que dedicar mucho tiempo a la lectura, al estudio e incluso sacrificar horas de descanso, si fuere necesario.
La autopreparación tendrá calidad si existe el espíritu de superación, si se es exigente consigo mismo, si se está inconforme con los conocimientos que poseen. La inquietud intelectual de un profesor es cualidad inherente de su profesión. Cuando se tiene clara conciencia del papel que se desempeña, el estudio se convierte en un placer, además de una gran necesidad.
En la medida en que un educador esté mejor preparado, en la medida que demuestre su saber, su dominio de la materia, la solidez de sus conocimientos, así será respetado por sus alumnos y despertará en ellos el interés por el estudio, por la profundización en los conocimientos. Un maestro que imparta clases buenas, siempre promoverá el interés por el estudio en sus alumnos.
Solo se puede despertar el interés de los alumnos por un aspecto del conocimiento, demostrándoles su importancia, motivándolos legítimamente a investigar. Hay que educar en todos los lugares en que nos encontremos. Y esa vía de educación permanente tiene que ser el ejemplo. En la escuela, en el lugar de residencia, en las actividades sociales, el maestro tiene que ser un ciudadano ejemplar que todos respeten y admiren.
Ser maestro por eso significa ante todo, serIo en todos los órdenes de la vida. En el ejercicio de la profesión está implícita su ejemplaridad, divisa del educador comunista y condición indispensable para cumplir los altos objetivos de la escuela socialista. La ejemplaridad se demuestra en la puntualidad, disciplina, calidad de la clase, cumplimiento de las normas, asistencia al trabajo productivo, en las relaciones con los alumnos y con los compañeros maestros, en su higiene personal y en la exigencia para consigo mismo y para con los demás.
Las verdaderas convicciones del hombre se manifiestan cuando sus puntos de vista concuerdan con su modo de vida. En ello estamos en el deber de ser muy cuidadosos. La vinculación de la palabra con la acción, de las convicciones con la conducta son la base del prestigio moral del educador.
El maestro está obligado, ante todo, a plantearse ante sí altos requerimientos morales, ya que no se puede exigir a los demás lo que él mismo no practica. Solo puede educar el que es ejemplo. Por ello, la importancia social que el Partido y el Estado le confieren al trabajo del educador.
La elevada formación ideológica, científica y pedagógica, la asistencia y puntualidad, el cumplimiento de la misión docente-educativa, la participación activa en las tareas revolucionarias y las relaciones que se establecen con los alumnos sobre la base del respeto mutuo, son factores que posibilitan el prestigio y la autoridad que deben caracterizar la labor diaria del maestro.
El colectivo de profesores de una escuela tiene que servir de modelo moral para el colectivo de alumnos. La autosuficiencia, la pedantería y la vanidad son manifestaciones de la ideología pequeñoburguesa, que nuestra juventud rechaza. Nuestros educadores tienen que ser ejemplos de la moral del socialismo y combatir resueltamente toda desviación que no esté acorde con los nuevos valores creados por la Revolución.
El maestro debe ser un permanente estudioso del marxismo-leninismo, debe estar actualizado sobre el acontecer nacional e internacional. El educador tiene que ocupar los primeros lugares en la trinchera de la lucha ideológica contemporánea.
Hay que continuar superándose también científicamente. Hay que aspirar a que nuestros maestros y profesores estén preparados para realizar investigaciones pedagógicas, preparados para experimentar, para plantearse la solución de los problemas de la escuela por la vía de la ciencia pedagógica.
En las condiciones de la revolución científico-técnica contemporánea no concebimos al maestro con métodos artesanales de trabajo, lo concebimos como un activo investigador, como una personalidad capaz de orientarse independientemente, como un intelectual revolucionario que toma partido ante los problemas y plantea soluciones desde el punto de vista de la ciencia y de nuestros intereses de clase. Todo ello requiere de mucho estudio, de un alto nivel ideológico, de un alto nivel de los conocimientos y del desarrollo de las habilidades profesionales.
Ustedes forman parte de la nueva generación de educadores cubanos, son los depositarios de las mejores tradiciones del magisterio cubano. Conocer esas tradiciones es un deber histórico, y trabajar por estar a la altura de ellas, un compromiso moral.
Hay que saber aprender de los profesores que llevan años laborando; hay que tomar de ellos lo mejor, el resumen de las mejores experiencias. Pero hay que pensar con carácter creador, hay que tener desarrollado el espíritu autocrítico sobre su propio trabajo.
La labor del educador exige mucha dedicación, incluso sacrificio. Debe dedicar buena parte de sus energías al estudio, a profundizar en sus conocimientos para poder preparar e impartir cada vez mejores clases. Por consiguiente debe desarrollar el hábito de organizar adecuadamente el trabajo, de ser riguroso, de aprovechar el tiempo y la oportunidad que le ha ofrecido la Revolución de adquirir una de las más importantes y nobles profesiones de nuestra sociedad.
El estudio permanente tiene que estar dirigido no solo a la adquisición de los conocimientos científicos y pedagógicos, sino también a desarrollar las capacidades pedagógicas necesarias para la planificación y dirección exitosa del proceso docente educativo.
Hay que trabajar para enriquecer los conocimientos adquiridos durante los estudios, para saberlos aplicar en la práctica de manera creadora y recordar que la realidad es siempre mucho más rica que la teoría, pero que la teoría es imprescindible para desarrollar el trabajo profesional de un modo científico.
Los maestros de más experiencia tienen una importante misión en la formación de los más jóvenes, de los recién graduados; los claustros, los colectivos docentes, deben constituir una influencia positiva en la educación de los graduados del Destacamento.
En las escuelas secundarias básicas e institutos preuniversitarios, se debe continuar perfeccionando el trabajo de formación vocacional y orientación profesional para que los jóvenes seleccionen cada vez mejor sus estudios de acuerdo a sus aptitudes e intereses personales y sociales, y en cuanto a los estudios de maestros y profesores garantizar que a las escuelas pedagógicas y al Destacamento ingresen jóvenes conscientes de la significación social de esta hermosa profesión.
Hay que trabajar por despertar el interés por las ciencias, en particular la matemática, la física y la química. Sin lugar a dudas, la mejor motivación para el estudio de estas disciplinas será el desarrollo de buenas clases por los profesores que estimulen los intereses cognoscitivos de los escolares.
Se debe continuar elevando la calidad del trabajo en cuanto a la selección, preparación y dotación de los centros anexos a las escuelas pedagógicas y a los institutos superiores pedagógicos. Estos centros, y en particular sus directores y maestros, desempeñan un papel muy importante en la preparación profesional de los futuros graduados. Debemos velar porque la influencia sea positiva en todos los casos.
El perfeccionamiento se materializa en la escuela con el trabajo del colectivo y del maestro; este con su inteligencia, su actividad creadora, su preparación cultural, su nivel ideológico, su personalidad, su entusiasmo, su amor por el estudio, su capacidad de inculcar en los alumnos el sentido de la responsabilidad, de estimular el estudio, de hacer interesante lo que se explica, su propia conducta y ejemplo diario, es el que logra la eficiencia del trabajo docente educativo.
Los profesores de los institutos superiores pedagógicos tienen que tener un dominio profundo de las características del nivel escolar para el que preparan a los futuros graduados. Hay que trabajar por elevar cada día el nivel científico de los institutos y por hacer que cada docente sea un especialista en los problemas de la educación media. Junto a los libros de cada especialidad hay que dominar el contenido de los planes de estudio y programas de la educación media, de los últimos adelantos, de las dificultades, de los problemas y de las formas y vías de solución, de los libros de textos y orientaciones metodológicas.
Necesitamos profesores plenamente identificados con los problemas que sus alumnos van a afrontar en el ejercicio de la docencia, y capaces de contribuir con su experiencia a la solución de los mismos. Esto es un requisito para desempeñar el alto papel que la sociedad le asigna como profesor de un centro formador de educadores.
Una forma de vincular a los pedagógicos con las secundarias y preuniversitarios, lo constituye la contratación de profesores de estos centros para trabajar en este nivel superior de educación. El hecho de que profesores de la educación media trabajen en los pedagógicos garantiza esta vinculación.
La forma fundamental de organización del proceso docente educativo es la clase, ella constituye la actividad principal en que se materializa el cumplimiento de los objetivos de los planes y programas de estudio. La primera responsabilidad de todo maestro es la de impartir clases de alta calidad.
A la preparación de la clase hay que dedicar lo mejor de las energías, el tiempo que sea necesario. En el desarrollo de la clase, se decide una parte fundamental de la calidad del proceso docente educativo.
Hay que dedicar, pues, la mayor atención a la clase, a sus resultados, al aprovechamiento de los alumnos, al cumplimiento de los objetivos.
Un elemento importante del proceso docente educativo es la evaluación que controla sus resultados y sirve de guía para su dirección.
El sistema de evaluación permite conocer oportunamente los problemas del aprendizaje para que maestros y alumnos adopten las medidas remediales que sean necesarias y se eviten fracasos irreversibles al final del curso. Está concebido para descubrir a tiempo el incumplimiento de los objetivos y cualquier retardo en el aprendizaje, con el propósito de estimular al educando, atender sus deficiencias y exigir un mayor esfuerzo de los alumnos.
Estudiar y promover es la expresión de una actitud ante el cumplimiento del deber con la Revolución. Esto es lo que esperamos y exigimos de nuestros estudiantes.
La promoción es el indicador fundamental de la eficiencia del trabajo docente-educativo y debe ser el resultado de una óptima organización del trabajo diario, de la aplicación consecuente del sistema de principios de la enseñanza, de la superación sistemática del personal docente, del estudio individual y colectivo de los alumnos, del entusiasmo en la emulación, de un trabajo educativo exigente, de una labor realizada en estrecha coordinación con las organizaciones estudiantiles, políticas y de masas.
La promoción debe responder a un trabajo sistemático y consecuente de todo el colectivo pedagógico, y es necesario que se convierta en lucha por la calidad; la tarea es trabajar porque todos los alumnos sean promovidos sobre la base de que posean los conocimientos exigidos. La escuela aspira a que todos los estudiantes obtengan resultados satisfactorios en su aprendizaje, como consecuencia de un buen trabajo educativo, la dedicación y esfuerzo abnegado del maestro, la creación de un ambiente de estudio y trabajo, la atención cuidadosa a las diferencias individuales, el estímulo y la exigencia a cada estudiante para que cumpla con su deber. De ningún modo la aplicación de las normas de evaluación puede implicar concesiones que vayan en detrimento del rigor académico.
La escuela ocupa el lugar principal dentro del conjunto de influencias que actúan en la formación de los niños y jóvenes. En el seno de cada centro de estudio, el trabajo educativo se desarrolla en el aula, en el laboratorio, en los talleres, en el comedor, en los salones de estar, en los albergues y en las actividades político-ideológicas, productivas, deportivas, recreativas y culturales; es decir, la labor educativa dirige toda la vida del escolar. El corazón del trabajo educativo es la labor de los profesores. Si esta funciona mal, funcionará mal todo el sistema de trabajo.
La disciplina no es un aspecto más del trabajo educativo, sino el resultado de su eficiencia. Se trabaja para lograr la disciplina consciente de los alumnos, es decir, para que el buen comportamiento y la buena conducta sean expresión de principios y convicciones de la moral comunista.
La disciplina es la consecuencia de la organización correcta y de la exigencia de las normas establecidas. Es muy importante la participación de las organizaciones juveniles en todo el trabajo educativo, en la emulación y en el estímulo al estudio individual sistemático. El uso adecuado de los libros de texto y de consulta favorece también el estudio individual de los alumnos; pero fundamentalmente el estímulo diario y el rigor académico, la personalidad del maestro y el apoyo de la familia.
La disciplina se manifiesta en formas de conducta correctas, en el acatamiento consciente del reglamento, en el cumplimiento de las normas de convivencia social, en el cuidado de la propiedad social y personal y en el regreso puntual del pase en las escuelas internas.
El esfuerzo educacional de los próximos años tiene que estar encaminado a elevar la eficiencia y la calidad en la enseñanza y la educación.
La eficiencia en el rendimiento interno del Sistema Nacional de Educación consiste en una mayor retención en todos los tipos y niveles de centros educacionales; en una más alta escolarización para los jóvenes mayores de 12 años; en la estabilidad de un flujo satisfactorio de matrícula a través del Sistema; en el cumplimiento de todas las normas que regulan la organización óptima de la enseñanza y la educación; en la superación permanente de los cuadros educacionales; en el fortalecimiento del trabajo que en apoyo a la escuela realizan la familia, la comunidad, los organismos, las instituciones sociales y especialmente las organizaciones políticas y de masas, integradas todas a los consejos de escuela, y en una sostenida exigencia por el cumplimiento de todos los objetivos y de las responsabilidades que a cada uno competen en la gran tarea de la educación.
La eficiencia externa se expresa en graduados capaces de continuar adecuadamente sus estudios, de integrarse al proceso productivo o a los servicios con plena capacidad y conciencia de su responsabilidad laboral y social; en su preparación científica y en su formación ideológica; es decir, en sus conocimientos, en sus habilidades y en sus actitudes; en su capacidad y en su disposición de servir a la patria donde sea necesario en cumplimiento de sus deberes con ella y con el principio del internacionalismo proletario.
La lucha por la calidad se gana fundamentalmente en la escuela, en la capacidad del director y del maestro por movilizar a la familia y a la comunidad en el cumplimiento de los objetivos de la educación; en ganar el apoyo de los consejos de escuela y de las organizaciones juveniles y de masas; en lograr que alumnos y trabajadores conozcan sus deberes, en exigir el cumplimiento de esos deberes y en tener moral suficiente para exigir. La calidad se debe expresar en el resultado de la enseñanza y de la educación.
La calidad de la enseñanza está dada en una escuela que cumple cabalmente con sus programas escolares, no de modo formal, sino con la vista puesta siempre en los objetivos y con el rigor de un trabajo serio, delicado y complejo. La calidad de la educación está dada por la correcta actitud y la conducta de los alumnos en la escuela y fuera de ella. La calidad de la enseñanza y la educación siempre será el resultado del esfuerzo común de la escuela, la familia y la comunidad, y estará dada en nuestra capacidad por formar los rasgos de la personalidad comunista de las nuevas generaciones.
El gran esfuerzo realizado en la formación de personal docente ha permitido integrar tres grandes contingentes internacionalistas de estudiantes y maestros: el Destacamento Internacionalista "Che Guevara" y el Contingente de Maestros Primarios "Frank País", con cerca de 1 000 integrantes, que trabajan en Angola, y el Contingente de Maestros primarios "Augusto César Sandino", compuesto por 2 000 maestros, que están dando clases en los lugares más apartados y difíciles de la hermana República de Nicaragua (APLAUSOS).
Hoy nuestros maestros, profesores y asesores cubanos, en número superior a 3 500, prestan servicio internacionalista en 20 países y pueblos hermanos del mundo, y para septiembre próximo se prevé unos 4 500 (APLAUSOS).
Queridas compañeras y compañeros que hoy se gradúan:
Al reunirse un día como hoy y graduarse el II Contingente, el 12 de julio de 1978, les expresaba algo que voy a repetir:
"El profesor es uno de los principales auxiliares que tiene el Partido para la formación de la personalidad comunista de las nuevas generaciones.
"Por el carácter político de su trabajo y en virtud de la influencia que ejerce en sus alumnos con su ejemplo personal, del profesor se exigen determinados requisitos indispensables en su tarea educativa. De ahí que la sociedad espere de ustedes que sean:
"Profesores que sistemáticamente formen en sus alumnos los conceptos científicos sobre la naturaleza y la sociedad. De hecho, profesores estudiosos, capaces de desarrollar eficientemente los planes y programas de estudio, para lo cual deben prepararse consecuentemente, y poner especial atención a la preparación metodológica programada.
"Profesores organizados que contribuyan junto al director y el colectivo pedagógico al logro de una eficiente organización escolar, estrictos cumplidores de las normas y disposiciones establecidas, y que con su ejemplo contribuyan a formar jóvenes responsables, conscientes de sus deberes.
"Profesores que en su labor como educadores, formen en sus alumnos hábitos de estudio, de trabajo, de educación formal, correctas relaciones entre compañeros sobre la base de los principios de la moral de nuestra sociedad, que desarrollen sentimientos humanos, solidarios, de respeto a la propiedad social y personal, que estén aptos para vivir en la sociedad que construimos y luchar contra toda conducta indeseable.
"Profesores con un gran espíritu de justeza y honestidad, que luchen permanentemente por desarrollar en sus alumnos el interés por saber, el afán por hacerse cada vez más útiles a la colectividad, y que sus resultados docentes pongan de manifiesto los logros que alcanzan en este sentido.
"Profesores que destierren toda forma de manifestación del fraude académico, que eleven el valor moral de las pruebas o exámenes y combatan el más mínimo vestigio de conducta que desvirtúe su pureza y rectitud.
"Profesores que trabajen en la formación comunista de nuestros educandos, que combatan toda manifestación de individualismo, egoísmo e inmodestia y todo lo que constituya una desviación ideológica.
"Profesores que formen a nuestra juventud en las más puras tradiciones de la clase obrera.
"En fin, un profesor que en su tarea diaria esté consciente de la responsabilidad que la sociedad le ha situado al conferirle lo más preciado de ella, la joven generación" (APLAUSOS).
¡En nombre del Partido y del Gobierno, los felicitamos!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
(OVACION).