Allocutions et interventions

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN EL ACTO CENTRAL EN CONMEMORACION DEL X ANIVERSARIO DE LA VICTORIA DE PLAYA GIRON, EFECTUADO EN EL TEATRO DE LA CTC, EL 19 DE ABRIL DE 1971

Date: 

19/04/1971

 

 

 


Distinguidos visitantes;

Familiares de los caídos en Girón;

Compañeros y compañeras:  



El compañero Volodia Teitelboim, que es un veterano luchador revolucionario de Chile, y que ha participado en numerosos actos de solidaridad con nuestro país, hablaba de su deseo de participar humildemente en este acto.  De ninguna manera eso podía ser posible.  Para nosotros tiene un simbolismo muy grande y entraña un mensaje de profundo significado la presencia, al cabo del X aniversario, de la representación de un pueblo revolucionario, que ha emprendido el camino de la revolución y que sus dirigentes actuales se inspiran en los mismos principios y en la misma doctrina que nosotros, naturalmente que en cada caso aplicada a las condiciones concretas de su país.  

Es un hecho que para nosotros tiene un significado muy grande.   Y para todos nosotros han sido realmente muy emocionantes sus palabras, y nos llenan a todos de profunda satisfacción, y nos hacen más emocionantes todavía este X aniversario.  

Con este acto sencillo, pero combativo, hemos conmemorado aquellos acontecimientos.  Los combates de Girón constituyeron un episodio, cuyo relieve histórico ni nosotros mismos comprendíamos en aquellos instantes en toda su magnitud.  

Nuestros combatientes sencillamente fueron a enfrentarse al enemigo, llenos de ardor, y cumplieron su deber.  No fueron allí a escribir una página en la historia.  Y, sin embargo, ajenos a ese propósito, escribieron realmente una página en la historia.  

Este acontecimiento ha sido señalado en todas partes del mundo, e incluso en estos días en los periódicos de casi todo el mundo se ha recordado esta fecha.

La derrota de la invasión mercenaria de Girón produjo en los propios Estados Unidos un profundo trauma.  Nosotros estábamos leyendo un cable de una agencia norteamericana, referente a la fecha, en que refleja el impacto que aquella derrota causó en el imperialismo.  

En ese análisis de la agencia, fechado en Washington —es la agencia AP— el 17 de abril, dice:  

“Una de las horas más negras en la historia de la política exterior de Estados Unidos transcurrió poco antes del amanecer de un día como hoy, hace 10 años, en las playas pantanos as del sur de la provincia de Las Villas, Cuba.  

“La costa sur de Cuba fue escenario del desembarco de unos 1 500 exilados cubanos, adiestrados y equipados por la Agencia Central de Inteligencia, con el objetivo de poner fin al régimen izquierdista de Fidel Castro.  

“Esa fue la fracasada invasión de la Bahía de Cochinos, cuyo X aniversario pasó casi inadvertido hoy para el gran público norteamericano.  

“Considerada retrospectivamente, la invasión de la Bahía de Cochinos fue uno de los actos más contraproducentes en los 195 años de historia de Estados Unidos.  

“La invasión de Bahía de Cochinos tuvo profundas repercusiones.  

“La más inmediata fue el empeoramiento de las relaciones de Estados Unidos con el resto de América Latina.  Durante los días siguientes a la invasión, se realizaron manifestaciones antinorteamericanas en Buenos Aires, Bogotá, México, Caracas, Montevideo y Santiago.  

“Un mes después de la invasión, evidentemente preocupado por la pérdida de prestigio de Estados Unidos, Kennedy exhortó al Congreso a asignar 25 000 millones de dólares en el transcurso de una década para llevar a más astronautas norteamericanos a la Luna.  El Congreso aprobó rápidamente el programa, con pocos votos disidentes.  

“Otra teoría prevaleciente en Washington es que el fracaso de la Bahía de Cochinos llevó al presidente Kennedy a enviar más tropas norteamericanas a Indochina.  

“Según esta teoría, después del desastre cubano Kennedy consideró que era esencial para Norteamérica ofrecer una prueba de fortaleza en alguna otra parte del mundo para mantener el prestigio de Estados Unidos como gran potencia y evitar las acusaciones de seguir una política de ‘apaciguamiento de los comunistas', formulada por el Partido Republicano de oposición.  

“Cuando el gobierno de Viet Nam del Sur se vio amenazado por una insurrección interna apoyada por los comunistas del Norte, Kennedy había comenzado a enviar algunos consejeros militares para ayudar a impedir una expansión comunista.  

“Pero más de año y medio después de la Bahía de Cochinos, al morir Kennedy, el personal militar ascendía a 16 000 soldados —el comienzo de una participación que elevaría el total de contingentes bélicos a 525 000 soldados al cabo de cuatro años.  

“La cuestión de si existe una relación directa entre el fracaso de la Bahía de Cochinos y la participación de Estados Unidos en el conflicto de Viet Nam, será tema de debate para los historiadores.”  

Nosotros realmente no creemos que la agresión imperialista en Viet Nam tenga ese tipo de relación con la derrota de Bahía de Cochinos.  La participación, la agresión de Estados Unidos en Indochina, forma parte de su conocido papel de gendarme internacional y de represor del movimiento revolucionario en todo el mundo.  Pero eso demuestra el estado de ánimo, el profundo impacto que produjo en los propios Estados Unidos, es decir, en el gobierno imperialista de Estados Unidos, la derrota de Girón.  

Desde luego que las luchas del pueblo de Viet Nam superan en méritos y en heroísmo a todo lo que se ha conocido hasta hoy.  La teoría es falsa, esa teoría señalada por el cable, pues indiscutiblemente si hubieran ido a Viet Nam a desquitarse lo de Girón, ¡en Viet Nam han recibido muchas palizas mayores todavía que la de Girón!  (APLAUSOS)

La ultima paliza, en la carretera 9, de Laos, ha sido un Girón y medio, ha sido un nuevo Diem Bien Phu, porque ciertamente que allí los títeres y sus asesores yankis recibieron una derrota aplastante y anonadante.  

Hay una revista mexicana, la revista “Siempre”, que trae una portada relativa a las batallas de Laos.  Y aparece un helicóptero norteamericano como a 100 metros de altura y una cadena de soldados títeres colgados del helicóptero y cientos de manos tratando de tomar el helicóptero.  Realmente aquello se convirtió en una fuga desesperada y bochornosa.  

De manera que el imperialismo en su papel de gendarme ha estado sufriendo en los últimos tiempos derrotas tras derrotas, que van poco a poco debilitándolo y van mellando sus garras agresoras.  

La derrota de Playa Girón tiene la significación de que se produce en América Latina, de que se produce lo que se ha dado en llamar la primera victoria contra el imperialismo o la primera derrota del imperialismo en América.  

Eso hace referencia al sinnúmero de ocasiones en que los imperialistas intervinieron en la América Latina, despojaron a naciones latinoamericanas de extensos territorios, se inmiscuyeron en su política interna —como lo hicieron en nuestro país muchas veces y lo hicieron muchas veces en Santo Domingo, lo hicieron en México, lo hicieron en otros países, lo hicieron en Nicaragua— y cómo siempre se habían paseado victoriosos por nuestros países, cómo siempre habían logrado imponer su política impunemente.  

No estaba todavía lejana la participación de la CIA en Guatemala por un procedimiento similar, mediante el cual derrocaron al gobierno democrático y progresista de Guatemala.  

Desde luego, esta significación creció en la medida en que la Revolución Cubana tenía un carácter mucho más radical y más definido.  

Hoy se recordaba cómo aquel 16 de abril se había proclamado el carácter socialista de nuestra Revolución.  Ese carácter, desde luego, no se lo daba una proclamación; se lo daban las medidas revolucionarias, las leyes revolucionarias en todos los órdenes, comenzando naturalmente por la Ley de Reforma Agraria y todas las medidas que promovieron un cambio radical de las estructuras económicas y sociales de nuestro país.  Algunos se preguntaron en aquella ocasión por qué se declaró el carácter socialista —no en Cuba—, a algunos les admiró aquel hecho.  

Y eso se explica perfectamente.  Estábamos en medio de la batalla, habíamos sido atacados arteramente mediante bombardeos simultáneos de nuestros campos aéreos en la búsqueda de la destrucción de nuestros pocos y viejos aviones; se había iniciado virtualmente la agresión, se había iniciado el combate.  Y cuando llegan las horas de las agresiones y cuando llega la hora del combate es cuando hay que levantar más altas las banderas (APLAUSOS).  Había que poner más alta que nunca la bandera revolucionaria frente al enemigo artero y cobarde que nos atacaba, frente al poderoso gobierno imperialista que preparaba la invasión.  

Y por eso, nuestros combatientes fueron a Girón a defender no solo la soberanía del país, no solo el  suelo sagrado de la patria, no solo a defender sus intereses, los intereses de nuestros obreros y de nuestros campesinos, sino que fueron también a defender sus ideas y su proceso claramente definido como un proceso socialista.  

Los imperialistas acostumbraban a señalar y a decir que la Revolución Cubana era una Revolución traicionada.  Eso, desde luego, partiendo del punto de vista de lo que era para los imperialistas una revolución; es decir, la revolución de los burgueses, la revolución de los explotadores, la revolución de los defensores de los intereses de los imperialistas, que solo podría ser una revolución entre comillas.  

La Revolución Cubana había comenzado hace más de 100 años.     Y representó en cada época, en cada momento, una línea, una meta, un objetivo, que fue en aquella primera fase la independencia.  Pero ya incluso nuestra Revolución era antimperialista.  

Y nuestra Revolución se radicalizaba cada vez más.  De entre las primeras ideas de los propios insurrectos en 1868 a las ideas de Martí, ya habría transcurrido un largo trecho.  Incluso, en las primeras fases de aquella lucha, todavía los revolucionarios en aquellos tiempos veían en Estados Unidos el papel que durante ciertamente un largo período de la historia universal representó este país, a donde iban los peregrinos, donde se hizo una de las primeras revoluciones liberales contemporáneas y que ciertamente durante mucho tiempo sirvió de modelo a otros países.  

De modo tal que todavía en aquella época, en 1868, había algunos cubanos insurrectos que hablaban de anexionismo, algunos.  

Sin embargo, aquella revolución se fue radicalizando, aquellas ideas fueron siendo barridas, totalmente olvidadas, desechadas de manera absoluta.  Y ya en 1895 ese proceso, radicalizado por la participación popular, por la participación de lo más humilde de nuestro pueblo, de los esclavos liberados, de una dirección que había surgido precisamente de los estratos más humildes del pueblo, se fue radicalizando.  Y quién olvida aquella frase de Maceo cuando dijo:  quien intente apoderarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si es que no perece en la contienda (APLAUSOS).  

Y ya Martí, cuando habló con más libertad que nunca, cuando sencillamente escribió todo lo que tenía dentro, en aquella carta a su amigo mexicano, dijo con una claridad incuestionable la felicidad que sentía de estar en disposición de dar todos los días la vida por su patria y de cumplir aquel deber elemental de evitar con la independencia de Cuba que Estados Unidos se extendiera por las Antillas y que con esa fuerza más cayera sobre los pueblos de América.  

Y añadió enseguida que todo cuanto había hecho hasta ese día y haría era para eso.  

El mismo Martí que había dicho también que con los pobres de este mundo quería echar su suerte.  Y el mismo Martí que admiraba a Carlos Marx porque se puso del lado de los pobres.  

Ya era un pensamiento revolucionario en plena evolución y desarrollo.  

Los cubanos no pudieron adquirir siquiera aquellas metas de la independencia plena.  Conocida es la historia cruel de cómo ni siquiera pudieron penetrar los mambises en Santiago de Cuba, cómo ni siquiera pudieron tener el gobierno de su país en las manos; la historia de la Enmienda Platt, la historia de la base de Guantánamo, la historia de los gobiernos impuestos, la historia de las concesiones humillantes y saqueadoras y esquilmadoras de nuestra economía; la historia de los gobiernos corrompidos; la historia de las incesantes intervenciones directas e indirectas en nuestro país; la historia del falseamiento de la historia.  Aquel adoctrinamiento que comenzaba desde niños, presentando a los yankis como libertadores de la patria, como los bondadosos libertadores de la patria; aquel adoctrinamiento que pretendía reducir todos los valores de nuestra historia; aquel adoctrinamiento similar al que después realizaron en Puerto Rico, para aplastar la corriente independentista, para aplastar los valores nacionales de ese pueblo que, como decía Martí, con relación a Cuba, eran algo así como “de un pájaro las dos alas”.  

Y nadie se olvide que Martí comenzó su lucha por la independencia.  Y cuando la proclama de Martí, Maceo y los libertadores, fue una proclama por la independencia de Cuba y de Puerto Rico.  

Los Estados Unidos prácticamente trataron de hacer algo similar con nuestro país.  Pero ya cuando adviene la Revolución Cubana en esta fase, las aspiraciones y las metas de nuestro pueblo necesariamente tendrían que ser incomparablemente superiores a las aspiraciones que todavía podrían haber tenido en 1878, y aun en 1895, superiores a las aspiraciones del año 1933:  correspondían lógicamente a las necesidades de un país en las condiciones en que estábamos viviendo, y en el momento en que estábamos viviendo.  

Pero los imperialistas lanzaron sus teorías fraudulentas, resultado de su frustración.  

Ahora, ¿qué podrán decir cuando después del bombardeo y cuando acercándose ya las hordas invasoras amparadas por ellos a nuestro suelo, se proclamaba paladinamente el carácter socialista de nuestra Revolución?  (APLAUSOS)

¿Y quiénes fueron los hombres que los derrotaron?  ¿Y cuáles fueron las banderas que enarbolaron?  ¿Y entre esas banderas cuál bandera sino la bandera del socialismo?  

Cuando se combatía en la Sierra Maestra, la Revolución libraba sus batallas por objetivos determinados que correspondían a aquel momento.  Y muchos hombres lucharon y combatieron con gran ardor.  Pero cuando llegamos a Girón, ¡nuestros combatientes fueron allí a luchar y a morir y a pagar el precio que fuera necesario por la causa del socialismo!  (APLAUSOS)

Por eso, como dijera Raúl hace dos días en la base de San Antonio:  los combates de Girón consolidaron la presencia del socialismo en América Latina (APLAUSOS).  

Y a partir de entonces a los imperialistas no les quedaba ningún argumento.  

Volodia se preguntaba o expresaba su deseo de saber cómo fue posible aquella hazaña de Girón.  Y en realidad, es sencillo de comprender.  

Cuando los pueblos viven un proceso de revolución a lo largo de la historia, convierten la hazaña en la cosa más natural, en el pan de todos los días.  La hazaña se vuelve cotidiana.  

En las revoluciones, incluso las revoluciones liberales, cuando la burguesía se identificaba con los intereses de todo el pueblo —como sucedió, por ejemplo, con la Revolución Francesa—, los revolucionarios se enfrentaron victoriosamente a sus enemigos exteriores.  Cuando la Revolución Bolchevique tiene lugar, el país es invadido por un conjunto de potencias extranjeras —no recuerdo si eran 16 países— que atacaron desde todas direcciones, y el pueblo soviético resistió heroicamente en medio de las condiciones más difíciles, y realizó incontables hazañas.  Los vietnamitas todos los días escriben nuevas hazañas.  Y estamos seguros de que nuestros pueblos hermanos de América Latina, en situación similar, escribirían similares y aun mayores hazañas de las que podamos escribir nosotros.  

Estamos completamente seguros de que los chilenos, en defensa de su revolución y de su patria, pueden realizar un Girón y muchos Girones contra los agresores, contra los reaccionarios, contra los imperialistas.  

Nuestro pueblo fue sencillamente a cumplir el deber.  

¿Y cómo reaccionó frente al enemigo?  Reaccionó con ardor, con decisión, con valor.  ¿Qué caracterizó a nuestros combatientes, a nuestros soldados, a nuestros milicianos, a nuestros pilotos, a nuestros tanquistas, a nuestros marinos, en fin, a todos los combatientes, en fin, a todo el pueblo?  Los caracterizó el mismo espíritu que los cubanos han tenido a lo largo de su historia; los caracterizó el espíritu de los combatientes del 68, que en condiciones muy difíciles se enfrentaron a un enemigo poderoso y bien armado; el arresto, la agresividad de los combatientes en nuestras luchas por la independencia, que fueron creando una tradición, que fueron creando ya una cultura —pudiera decirse— revolucionaria, patriótica, hábitos en nuestro pueblo, hábitos de valor, de dignidad, de combatividad.  

Los caracterizó el mismo espíritu de los combatientes rebeldes, que también se vieron en la necesidad de enfrentarse a ejército numeroso, poderoso, bien armado, con medios muy escasos.  Y los combatientes rebeldes, haciendo gala de valor, de combatividad, en 25 meses liquidaron unas fuerzas enemigas que tenían más de 50 000 hombres y estaban bastante bien armadas.  De manera que nuestro Ejército Rebelde se creó, se desarrolló, y en 25 meses aplastó aquel enemigo.  

No hay que olvidarse cómo aquel día 31 de diciembre la isla estaba cortada en dos.  Nuestras tropas, mandadas por el Che, estaban atacando Santa Clara (APLAUSOS PROLONGADOS), secundadas por las tropas del otro invasor, el compañero Camilo Cienfuegos (APLAUSOS PROLONGADOS).  

La isla cortada en dos por la acción formidable de estos dos Comandantes.  Camagüey copado, y en la provincia de Oriente no menos de 17 000 soldados cercados y copados totalmente.  Los compañeros que realicen investigaciones históricas podrán un día dar la cifra exacta de cuántos soldados teníamos cercados ya en Guantánamo, en Santiago de Cuba, en Holguín, en Mayarí, en Manzanillo.  E incluso, de las tres fragatas que poseía la Marina de Guerra, teníamos dos fragatas copadas en la bahía de Santiago de Cuba, que no podían salir.  

Todo eso ocurrió en un proceso de 25 meses desde la insignificante cifra de siete hombres armados que nos habíamos reunido a fines del mes de diciembre, después de los reveses de principios de mes.  

Todo eso no era sino una continuidad en las tradiciones de lucha de nuestro pueblo, tradiciones de lucha que se manifestaron a lo largo de esas jornadas contra la tiranía batistiana, y de la cual hicieron extraordinarias galas los combatientes revolucionarios en las montañas y en las ciudades.  No se puede olvidar cuánto derroche de valor y de heroísmo.  

De la misma manera se batieron nuestros combatientes contra los bandidos en el Escambray.  Los persiguieron tenazmente, los cercaron y no cejaron hasta que no los aniquilaron a todos.  De igual forma, cuando llegó la hora del combate, con un superior espíritu se comportaron nuestros combatientes.  Y en todas partes actuaron de la misma forma.  

Dondequiera que se aparecieron los aviones el día 15, a pesar del carácter sorpresivo del ataque, de que era inesperado el ataque, las dotaciones de las piezas antiaéreas que estaban en aquellos sitios inmediatamente reaccionaron, ¡inmediatamente reaccionaron!

Nosotros recordamos que estábamos en el llamado Punto No.1, que era el puesto de mando; que estábamos en contacto con la provincia de Oriente, donde Raúl nos informaba de un movimiento que estaban haciendo por Baracoa, de un aparente desembarco.  Y en espera de los acontecimientos, nos sorprende el amanecer.  Vimos cómo pasaron por encima del puesto de mando unos aviones B-26, y apenas llegaron...  Ellos daban un carácter extraño.  No había aviones nuestros volando en ese momento.  Percibimos que podían ser aviones enemigos a pesar de que traían insignias cubanas, e inmediatamente comenzaron a atacar a la base de Ciudad Libertad.  Y en cuestión de segundos, en cuestión de segundos, las antiaéreas comenzaron a contestar el fuego y se empezaron a ver las balas trazadoras de las cuatrobocas (APLAUSOS) .  

Y lo mismo ocurrió en todas partes.  Nadie sintió miedo.  Nadie sintió pánico.  Inmediatamente la respuesta enérgica, valerosa, contundente, aun en medio de la sorpresa.  Y debe tenerse presente que muchos de esos artilleros eran jóvenes de 15, 16 y 17 años, que nunca habían tenido oportunidad de ser atacados por un avión, que no eran veteranos, que eran completamente nuevos.  Era la primera vez que disparaban y, sin embargo, aquello era una competencia por tomar las piezas.  Aquello era una emulación:  quién se apoderaba de las piezas; quién disparaba más, mas certeramente.  Con un ardor tremendo.  Y todos, prácticamente todos, era la primera vez que se enfrentaban a un avión enemigo.  No tardaron sino segundos en responder el fuego.  

Y cuando los mercenarios al fin desembarcaron, desde que llegaron, inmediatamente encontraron la misma reacción en todas partes.  Los milicianos del batallón 339 de Playa Larga y los milicianos de Girón, que fueron sorprendidos allí —es decir que se encontraron de repente con el grueso de las fuerzas enemigas desembarcando—, cuando los conminaron a que se rindieran, ninguno se rindió.  Gritaron ¡Patria o Muerte!, e inmediatamente abrieron fuego (APLAUSOS).  No se detuvieron a pensar cuántos mercenarios venían, qué armas traían.  Ellos eran cuatro o cinco.  No se ocuparon de cuidarse la retirada, ¡no!  ¡Abrieron fuego inmediatamente!  

Y lo mismo ocurrió en todas partes, dondequiera que había un hombre con un arma.  Y lo curioso es que, en ocasiones, había mucha gente que no tenía arma y quería combatir.  Y hasta hubo alfabetizadores que ayudaron a cargar ametralladoras, que participaron en los combates.  Esa era la actitud.  Si se nos presenta un problema, incluso, de muchas personas pidiendo armas en los alrededores de Girón.  Y no era posible, pero ese era el estado de ánimo en todas partes.  

Y los combatientes, en el cumplimiento de sus misiones, no tuvieron la menor vacilación.  ¡Ninguno! ¡En ninguna parte!  Ni soldados ni milicianos...  Bueno, todos eran una misma cosa, desde luego.  No cabe hacer distinciones.  Pero haciendo las distinciones de armas:  el marino, el piloto, el tanquista, ¡todos!  

¿Qué hicieron los pilotos?  

Por ahí  están los papeles de los propios mercenarios, de cómo ellos analizan que nuestros aviones no tenían piezas de repuesto; que nuestros pilotos no tenían medios de comunicación, que no tenían radar.  En fin, que carecían prácticamente de los recursos más elementales para el combate aéreo.  

Ellos trataron de destruir los pocos aviones viejos, y efectivamente destruyeron algunos.  Pero más o menos, aquella mañana del día 17, quedaban nueve aviones —si mal no recuerdo— que podían tal vez volar, y unos siete pilotos, muchos de ellos nuevos completamente.  Nadie podía calcular que aquella técnica pudiera realmente desempeñar un papel decisivo en aquellos combates.  

Con la sospecha de que podían tratar de bombardear al amanecer, y ya con los informes y moviéndose las tropas en dirección hacia Girón, nuestros aviones estaban en el aire al amanecer del 17 y en dirección hacia las playas.  

¿Qué hicieron aquellos pilotos?  Siete pilotos nuevos y nueve aviones viejos, sin piezas o adaptadas, con un mantenimiento técnico de compañeros que no habían tenido oportunidad todavía de estudiar.  

Pues, sencillamente, lo que hicieron fue que hundieron o dispersaron todos los barcos enemigos, que eran una pequeña flota y entre ellos barcos artillados.  Resultado:  ¡Todos los barcos hundidos o en fuga!, ¡hundidos o en fuga!  (APLAUSOS) Y cooperando con la artillería antiaérea:  ¡Todos los aviones derribados al final de la invasión!  Prácticamente todos.  Creo que quedó un avión o algo así, que no se sabe siquiera cómo no se cayó.  Porque ni barco, ni avión:  no quedó nada ni en el aire ni en el mar.  Y además:  la participación en numerosas acciones de apoyo a la infantería.  Desde el cruce del Batallón de Responsables de Milicias de Matanzas, hasta el bombardeo de las concentraciones y de las posiciones enemigas hasta el último día a las 5:00 de la tarde, cuando estaban tratando de reembarcarse —algunos trataron de reembarcarse.  

Pero, además, nuestros aviones se encontraron el día 19 con los aviones yankis de los portaaviones que estaban anclados frente a Cuba.  Nuestros aviones no dieron el menor síntoma de temor ni sintieron el menor temor:  ¡Se pasearon entre los aviones yankis!  Desafiantemente y preparados para, con aquellos aviones viejos, combatir si había que combatir también con los aviones yankis (APLAUSOS).  

Igual fue la actitud de los artilleros, de la infantería, de los batallones de infantería que por primera vez participaban en combate:  la decisión, el espíritu con que avanzaron incesantemente.  La de los tanquistas; lo mismo los compañeros que avanzaron por la carretera de Playa Larga, que fueron por aquel desfiladero, bosque a un lado, bosque a otro —tenían que ir por una carretera de seis kilómetros en línea recta—, con tanques enfrente, y con cañones antitanques enfrente, y avanzaron hasta la misma entrada de Playa Larga.  

Y cuando al compañero que mandaba el tanque de vanguardia le destruyen su tanque, o su tanque queda en una situación en parte destruido y además inmovilizado, sale del tanque y busca otro tanque y avanza otra vez para Playa Larga y rescata a los tripulantes del tanque destruido.  

O el día 19 los compañeros que avanzaban hacia Girón por la otra carretera, cuando se tienen noticias por la aviación de que hay un posible reembarque, y se decide un asalto fulminante, y se montaron una serie de compañeros en tanques...  Nosotros recordamos que unos prisioneros habían dicho que allí estaban antes de entrar en Girón un grupo de cañones antitanques emplazados; sin embargo había que tomar Girón.     Y se le dijo al tanque de vanguardia:  ¡Avanza a toda velocidad y pásale por arriba a los cañones!  Y detrás de ese tanque se mandó otro y otro y otro, y aquel tanque salió a toda velocidad, de noche, por aquella carretera y le pasó por arriba a los cañones, y llegó a Girón.  ¡Solo iba el tanque, solo iba el tanque!  Bueno:  ¡Tenía misión de llegar a Girón y llegó más allá de Girón!  (APLAUSOS) En ese momento no tenía apoyo de infantería ni nada, y después otro tanque detrás y otro detrás; tenían que pasar y pasaron al otro lado e hicieron contacto con las otras fuerzas.  

También, y procedente de Playa Larga, la columna bombardeada intensamente.  Hubo combates muy fuertes, en condiciones difíciles, pues tenían que ir avanzando por una carretera y no tenían posibilidad de maniobra en aquel terreno.  

Y cuando los tanques llegaron a Girón se apostaron en la orilla y se emplazaron frente a los barcos de guerra norteamericanos que estaban allí a tres o cuatro kilómetros.  

Tranquilamente cumplieron su deber los pilotos, los tanquistas.  No se desanimaron ni se desalentaron ni les produjo la menor impresión aquel enemigo mercenario.  Y si entraban los yankis, los yankis también.  

Esta fue la conducta de los combatientes en todas partes; la misma actitud en todas partes.  

Ahora, hay otro momento también muy crítico en el proceso de la Revolución que fue aquel día 27 de octubre de 1962, cuando nuestras baterías antiaéreas, a lo largo y ancho del país abrieron fuego contra los aviones yankis que en vuelo rasante se aproximaban a nuestro territorio.  Y no hubo un solo artillero que vacilara.  Todos recordarán aquellos días memorables, cómo los combatientes con sus armas abrieron fuego, ahuyentaron los aviones yankis, y en ese momento los yankis estaban apuntando sus cohetes nucleares contra nuestro país.  

Ya no se trataba de un combate contra mercenarios, con aviones más o menos cerca, con barcos yankis más o menos cerca, con más o menos seguridad de si intervendrían o no.  Cuando se trató de los aviones yankis, ese día 27 en que se emplazaron todas nuestras baterías en los puntos más importantes se les dio órdenes de que abrieran fuego, ¡y abrieron fuego!, y a nuestro país lo estaban apuntando cohetes nucleares, cohetes nucleares yankis, toda la artillería nuclear yanki estaba en una buena parte apuntando hacia nosotros.  ¡Y aquellos hombres no vacilaron en abrir fuego!  

Nosotros entendemos que dieron una prueba, nuestro pueblo dio una prueba suprema de serenidad y de valor.  De manera que esas son las tradiciones que ha ido formando nuestro país a lo largo de más de 100 años de lucha.  Esas son las tradiciones en que se han educado nuestros combatientes, y esas son las tradiciones que tendrán que seguirse inculcando; y las que se irán inculcando y trasmitiendo —sin duda de ninguna clase— en las nuevas generaciones de nuestro pueblo (APLAUSOS).  

De manera que son valores morales que se han ido desarrollando a lo largo de nuestra historia, y que adquieren cada vez más un grado muy alto:  serenidad frente al enemigo; ausencia total de pánico o de miedo; valor, decisión, réplica enérgica; batallar constante.  

De manera que la respuesta inmediata y enérgica, y la lucha tenaz e infatigable, el combate constante, son las características de nuestros combatientes, son las mejores tradiciones y las más heroicas de nuestro pueblo.  De manera que contamos con eso.  Hoy, lógicamente, contamos con una técnica mucho más moderna, más numerosa, con una preparación combativa muy superior, con muchos más cuadros de mando, con mucha más preparación y completamiento en los cuadros de mando, armamento más moderno.  

Ya en otra ocasión nosotros en la Sierra luchábamos con los fusiles que les íbamos quitando a los soldados de Batista.  Pero ya en Girón —en Girón peleó todo lo que había en manos de los combatientes—, ya en Girón participan armas más modernas, armas socialistas; y ya en Girón ustedes vieron esos cañones 122 y los tanques T-34 y los SAU-100, este armamento —una combinación de fusiles Fal con morteros de 120—, y otros armamentos ya porque por primera vez aparecieron las armas socialistas, y en especial y sobre todo las armas soviéticas que habían llegado muy oportunamente algunas semanas antes (APLAUSOS).  

Por ahí consta cómo los artilleros nuestros que aprendían una cosa por la mañana se la enseñaban por la tarde a los otros.  Y lo que aprendían por la noche se lo enseñaban por la mañana, porque teníamos muy pocos instructores todavía, y no había tiempo.  Pero sin embargo se veía la preparación del enemigo y había que acelerar, y había cientos de baterías, de cañones y de antiaéreas cuando ya se produce la invasión.  

Pero participan armas más modernas y, claro está, nosotros podemos decir con mucha satisfacción que nuestros combatientes hicieron un magnífico uso de esas armas.  ¡Y harán siempre, en cualquier circunstancia, un magnífico uso de esas armas!  (APLAUSOS)

Es también una tradición histórica, desde los mambises y pasando por el Ejército Rebelde guerrillero de las montañas, que a nosotros no nos pueden quitar las armas.  ¡Nadie nos puede quitar las armas!  Es decir que nuestros combatientes no se dejan arrebatar las armas, ¡que tienen que matarlos para quitarles un arma!  Y que por el contrario, históricamente nuestros combatientes siempre en los combates han reunido más armas que las que tenían cuando empezaban los combates.  Y desde luego, hay armas en este país en este momento.  Es una buena cantidad de armas las que hay en este país.  No creo que sea un secreto que en este país hay más de medio millón de armas, ¡hay más de medio millón de armas!  (APLAUSOS)

Y un pueblo que tiene una tradición de lucha y de combate, y que combate lo mismo si son 100 que si son 5 que si es uno solo mientras tiene un fusil —con esta tradición—, y que no sufre pánico ni miedo frente a un enemigo, sin duda de ninguna clase que es un pueblo suficientemente preparado en lo moral y más equipado de lo que ha estado nunca y más preparado técnicamente de lo que ha estado nunca para el combate.  

Y eso, desde luego, ha sido la garantía esencial, básica, de la supervivencia de nuestro proceso revolucionario, porque los imperialistas comprendieron que había naturalmente un hueso duro de roer en nuestro país, y que ya la invasión no iba a ser un paseo militar y que le iba a costar muy caro.  

Esto explica la cosa natural de que hubiese sido derrotada fulminantemente la invasión.  Fue derrotada rápidamente.  Era necesario derrotarlos rápidamente para evitar que llevaran a cabo sus planes de instalar un gobierno provisional y tratar de legalizar la intervención.  Pero de todas maneras, si no hubiera habido esta necesidad, no habría durado tampoco un minuto más.  Porque a nuestro pueblo, para sentirse suficientemente motivado al combate, le bastaba saber que los mercenarios estaban allí.  Y desde ese momento ya pues no necesitaban más estímulos ni más motivaciones.  ¡Todos querían estar presentes cumpliendo su deber, como lo cumplieron en todas partes!  

Así fue como nuestro pueblo escribió esta hazaña, escribió esta memorable página en la historia, cuyas dimensiones se hacen cada vez mayores, y que a medida que pasa el tiempo se comprende mejor.  

Nosotros todavía, en el quehacer revolucionario, en la lucha cotidiana, no hemos dedicado siquiera un monumento a los caídos en Girón.  Cierto es que se hizo un concurso, se premió el concurso.  Después, muchos no estaban conformes con el proyecto.  A nosotros nos parece que lo mejor es que nos pongamos a trabajar en otro proyecto, el pueblo, los arquitectos; en fin, ver cómo se promueve otro concurso nacional, ¡nacional!  —vamos a instalar aquí lo cubano—, otro concurso nacional, para que un día podamos emprender la tarea de hacer un monumento a los combatientes de Girón.  El tiempo transcurrido no importa.  Tal vez manos hermanas ayuden a construir ese monumento.  Tal vez vengan brazos revolucionarios de otros países hermanos de América Latina para que esa sangre que se derramó por nuestro continente sea homenajeada con el sudor de los brazos revolucionarios de América Latina (APLAUSOS).  Estamos seguros de que cuando tengamos el proyecto vendrán jóvenes latinoamericanos deseosos de poner una piedra en aquel monumento.  

Y es realmente justo de que se erija en recuerdo de aquellos combatientes el monumento que se merecen, y el homenaje de todo nuestro pueblo a los que dieron su vida; también a los que fueron heridos en los combates, a los que dieron su sangre y, en fin, como recuerdo a todos los que en la vanguardia o en la retaguardia —cada uno cumpliendo el puesto que le asignaron— participaron en aquellos memorables hechos.  

Nosotros entendemos que nuestro pueblo cumplió sencillamente con su deber, como lo hacen y lo harán siempre todos los pueblos revolucionarios.  

Es cierto que el aspecto de nuestro continente es muy diferente al cabo de 10 años.  Nuestra apreciación es que los días del dominio imperialista en América Latina están contados, y que a lo largo de estos años ha habido una amplía toma de conciencia en el continente, y las contradicciones con el imperialismo se han desarrollado extraordinariamente.  Y el dominio imperialista en América Latina está en crisis.  

Hemos tenido hoy la inmensa satisfacción de escuchar la voz de otro pueblo hermano, marchando por los caminos de la revolución hermanado a nuestro pueblo; un pueblo que inicia esa larga y difícil lucha.  Y nosotros sabemos cuán larga y cuán dura es esa lucha.  

Nosotros sabemos que los chilenos lógicamente tendrán dificultades.  Por lo pronto los imperialistas, la CIA, apoyándose en los oligarcas y en los reaccionarios —como explicaba Volodia—, hacen todo lo posible por obstaculizar y por crearle dificultades al gobierno de la Unidad Popular y, entre otras cosas, por sabotear la producción agrícola y la producción industrial.  

Es conocida la forma artera, bochornosa, en que asesinaron nada menos que al jefe del ejército chileno.  

Son conocidos los complots incesantes de la CIA contra el gobierno de la Unidad Popular, las incesantes campañas tendientes a combatir el proceso revolucionario chileno, las campañas en el exterior.  E incluso se sabe ya cómo los imperialistas están llevándose sus técnicos de Chile a fin de obstaculizar la producción de cobre.  

También es conocido cómo se lleva a cabo una reforma agraria en Chile.  En los procesos de reforma agraria lógicamente las masas campesinas explotadas se convierten, con la reforma agraria en primer término, en consumidores:  empiezan a consumir muchos de los productos que antes tenían que llevar obligadamente a los mercados para poder pagar las rentas, o su capacidad de compra insignificante por salarios miserables.  

Nosotros sabemos esos fenómenos del aumento del consumo por los campesinos, el sabotaje de los latifundistas.  El sabotaje de los latifundistas lo conocemos nosotros bien:  cómo se dedicaban inmediatamente a tratar de matar las reses, no sembrar y afectar por todos los medios las cosechas.  

Los oligarcas son, durante determinado período, suficientemente poderosos para hacer daño, para hacer mucho daño.

Todo eso lo sabemos.  El gobierno de la Unidad Popular ha ido denunciando esos problemas.  

Pero lógicamente, nosotros —casi es innecesario decirlo— estamos de todo corazón junto al pueblo chileno (APLAUSOS), y estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario por el pueblo chileno (APLAUSOS), estamos dispuestos a mostrar nuestra solidaridad en cualquier campo (APLAUSOS).  

Nosotros, por ejemplo, ahora hemos establecido el comercio con Chile:  le enviamos azúcar, que es un producto importante del consumo popular chileno; ellos nos mandan frijoles, ajos, cebollas...  Desgraciadamente, algunas de las últimas que llegaron tuvieron algunos problemas, según hemos sabido, no por culpa de nadie, sino...  Es decir, no quiero decir de los chilenos, ni mucho menos.  Estamos viendo las cosas de transporte, conservación.  Pero, en fin, pasó con algunos ajos y algunas cebollas.  

Estamos, decía, enviando nuestros productos a Chile, y trayendo otros productos alimenticios, trayendo maderas —ya llegaron los primeros millones de pies de madera, para muebles, muebles para escuelas, muebles para el hogar, de Chile—; cebada para la producción de cerveza.  Y, en fin, un amplio comercio.  

Mientras los chilenos puedan retribuirnos nuestra azúcar y nos puedan mandar alimentos y nos puedan mandar madera, recibiremos alimentos y recibiremos madera.  Pero si como consecuencia de las campañas imperialistas y de las maniobras contrarrevolucionarias del imperialismo y de la contrarrevolución interna sabotean la producción de alimentos de Chile, y no nos pudieran el día de mañana mandar ni ajo, ni cebolla, ni frijoles, ¡no importa!  ¡No por eso dejaremos nosotros de mandar nuestra azúcar al pueblo chileno!  (APLAUSOS)

Al pueblo hermano de Chile, al gobierno de la Unidad Popular, al presidente Allende (APLAUSOS), les decimos:  si la contrarrevolución sabotea la agricultura, ¡no importa!  ¡Al pueblo de Chile no le faltará azúcar!  (APLAUSOS) Haremos lo que sea necesario, con mas producción o hasta de nuestro propio consumo.  

Cuando el terremoto de Perú, nuestro pueblo en cuestión de días, ¡en diez días!, reunió 100 000 donaciones de sangre para salvar vidas peruanas (APLAUSOS), ¡en diez días!  Entendemos que eso expresa el profundo espíritu internacionalista de nuestro pueblo.  En 10 días ese gesto revolucionario, ese gesto fraternal, ese gesto desinteresado, da la medida de la conciencia de nuestro pueblo.  

Y lo mismo es la disposición para ayudar...  No ayudar:  cumplir el elemental deber de hermano, cumplir el elemental deber de cooperación con los pueblos revolucionarios de América Latina.  ¡Sangre, azúcar, lo que sea necesario!  Pero es poco.  ¡Eso es poco, compañero Volodia!  Azúcar, donaciones de sangre, eso es poco.  Hay en el corazón de los cubanos un sentimiento todavía más profundo, más decidido, más fraternal:  si cuando Girón, si cuando la invasión mercenaria miles de chilenos quisieron inscribirse para venir a combatir a Cuba, tengan la seguridad los chilenos que frente a una agresión exterior promovida por el imperialismo millones de cubanos estarán dispuestos a ir a combatir a Chile (APLAUSOS).  

Frente a una agresión exterior, ¡consideren inscriptos desde ya a todos los revolucionarios cubanos!  (APLAUSOS)

De manera que puede decirse que somos soldados revolucionarios de América.  Y eso forma parte también de nuestra tradición (APLAUSOS).  En nuestra guerra de independencia combatieron chilenos, peruanos, venezolanos, colombianos, centroamericanos; en nuestra guerra de independencia combatió aquel formidable soldado que fue Máximo Gómez (APLAUSOS), héroe legendario de nuestra historia.  Y en nuestra más reciente lucha guerrillera combatió otro héroe legendario, el inolvidable compañero Ernesto Guevara (APLAUSOS).  

Combatientes revolucionarios cubanos, a su vez, han derramado su sangre ayudando pueblos de otros continentes, ayudando pueblos africanos, y la han derramado ayudando pueblos latinoamericanos.  Eso forma parte también de lo mejor de la tradición de nuestra patria y de nuestra Revolución.  Y por eso, con nosotros se puede contar.

Más distante estaba el hermano pueblo argelino.  Y en un momento difícil nuestros hombres cruzaron el Océano y llegaron oportunamente para brindar su apoyo a Argelia (APLAUSOS).  Eso forma parte de nuestra historia y eso forma parte de nuestra tradición.  

De manera que los pueblos revolucionarios de América Latina pueden contar con nosotros, los gobiernos revolucionarios de América Latina pueden contar con nosotros.  Lo decimos claramente y públicamente.  Pueden contar con los combatientes de Girón, pueden contar —además— con el espíritu de Girón.  

Nosotros nos consideramos parte de la familia latinoamericana, nosotros nos consideramos parte de este continente, nosotros nos consideramos ciudadanos de este continente, revolucionarios de este continente.  Esto no es una frase.  Esto emana de la propia historia, esto emana de la propia realidad de la historia.  

Los primeros que lucharon por la independencia de nuestros pueblos no concibieron esto que tenemos hoy.  Nada más lejos de sus aspiraciones y de sus objetivos.  Bolívar, San Martín, Sucre, lucharon por otra América, por una América unida, por una América fuerte; no por una América balcanizada, impotente y débil.  

Quién más que Martí y quién con más convicción que Martí desarrolló estos sentimientos latinoamericanistas.  

Mas si en aquella época podía ser producto de un ideal, de una racionalización del pensamiento, en esta época aquellas aspiraciones constituyen una cuestión vital de la existencia de todos y cada uno de nuestros pueblos.  

¿Qué somos?  ¿Y qué seremos?  ¿Qué somos frente al poderoso imperialismo?  ¿Qué somos frente a su imponente desarrollo tecnológico?  ¿Cuál es nuestro destino de hoy?  ¿Y cuál sería nuestro destino en un futuro ni siquiera lejano?  ¿Cuál sería el destino de nuestros pueblos pequeños, divididos y débiles?  Porque en este continente los yankis no solo nos quitaron la soberanía, no solo nos limitaron esa soberanía, no solo nos impusieron sus condiciones mercantiles y económicas, no solo se apoderaron de nuestros recursos minerales y de nuestros recursos naturales en general, no solo han explotado millones y millones de trabajadores, no solo extraen miles de millones todos los años del sudor de nuestros pueblos, no solo han prohijado el subdesarrollo, el retraso técnico; no solo nos han robado incesantemente las inteligencias técnicas, puede decirse que los yankis nos robaron hasta el nombre, porque se apoderaron hasta del nombre de América y se llaman los americanos.  

Así, ese grupo de estados situados en el norte de América se ha apoderado hasta del nombre de América.  Nosotros aparentemente no somos ni americanos.  Todavía, con toda precisión, no tenemos siquiera un nombre, todavía no tenemos un nombre; estamos prácticamente sin bautizar; que si latinoamericanos, que si iberoamericanos, que si indoamericanos.  Para los imperialistas no somos más que pueblos despreciados y despreciables.  Al menos lo éramos.  Desde Girón empezaron a pensar un poco diferente.  

Desprecio nacional, desprecio racial.  Ser criollo, ser indio, ser mestizo, ser negro, ser sencillamente latinoamericano es para ellos desprecio.  Con su exacerbado chovinismo de gran potencia, sus hábitos de coloniaje y de dominio, sus hábitos imperiales, los yankis —nos referimos a los imperialistas yankis— no sienten por nuestros pueblos sino desprecio.  

A lo largo de la historia su estrategia ha sido dividirnos, a lo largo de 200 años casi los imperialistas europeos y los yankis han hecho todo lo necesario para mantener divididos e impotentes a los pueblos de América Latina, han promovido feroces guerras, incluso.  

¿Quién no recuerda las guerras, por ejemplo, de El Chaco, entre Bolivia y Paraguay; quién no recuerda aquella dolorosa guerra que tanto daño hizo, que tan gran saldo de resentimiento dejó entre los pueblos de Perú y de Chile; quién no recuerda la recientísima guerra entre los Estados de Centroamérica, El Salvador y Honduras; quién no percibe ese azuzamiento que los imperialistas y sus agencias promueven entre los pueblos de Colombia y Venezuela, exacerbando los nacionalismos          —nacionalismos que son verdaderamente ficticios—, las pasiones?  Los monopolios han promovido guerras en defensa de sus intereses, divisiones.  

Lógicamente, para que semejante política imperialista pueda prosperar se necesitan gobiernos verdaderamente lacayunos, gobiernos verdaderamente reaccionarios, gobiernos verdaderamente títeres.  Porque entre pueblos revolucionarios, entre gobiernos revolucionarios solo se pueden despertar estos sentimientos que hoy se despiertan entre Chile y Cuba, sentimientos de verdadera hermandad; porque nada nos puede dividir, ningún interés es contradictorio con los intereses de nuestros propios pueblos.  

Y nosotros tenemos que aprender a pensar en esos términos.  Y tenemos que aprender a educarnos en esos términos y educar a nuestra nueva generación en esos términos.  Y educarnos no solo políticamente:  educarnos culturalmente en esos términos, para que a la colonización económica no sobreviva la colonización cultural.  No hay que olvidarse que los imperialistas fincaban su dominio no solo en las armas de la economía, de la política, sino muy esencialmente también con las armas espirituales, con las armas del pensamiento, con las armas de la cultura.  

Hablábamos de aquel adoctrinamiento sobre la historia falseada, todas aquellas mentiras.  El dominio imperialista tiende a desaparecer en los países del Tercer Mundo, pero subsisten los aspirantes al tutelaje intelectual, al coloniaje cultural.  Señores que quieren enseñar a nuestros pueblos desde Nueva York, o desde París, o desde Roma, o desde Londres, o desde Berlín.  

Y por eso también nuestros pueblos tienen que dar un grito bien alto contra ese intento de coloniaje espiritual, de coloniaje cultural, contra ese intento inadmisible de introducir y de mantener, sobre todo, todas las manifestaciones de una cultura decadente, fruto de una sociedad o de sociedades llenas de contradicciones y podridas hasta la médula de los huesos.  

Y es por eso que nosotros tenemos una cultura superior:  la de nuestros pueblos latinoamericanos, que en su conjunto son una fuente inagotable y rica de creaciones espirituales en todos los aspectos.  

Y de ahí que nosotros a nuestros amigos latinoamericanos les pedimos que nos ayuden, que cooperen a desarrollar el más amplio conocimiento y el más amplio desarrollo en el seno de nuestro pueblo de los valores culturales y artísticos de América Latina, de nuestra América, de la cual nos sentimos parte.  

Y por eso nuestra actitud y el grado de nuestra solidaridad, que es plena, absoluta y total.  

Otros países latinoamericanos están convulsionados.  Conocemos también y vemos con simpatía —con grandes simpatías— el desarrollo del proceso revolucionario peruano.  Desde las primeras manifestaciones del gobierno que surgió frente al oligarca y entreguista Belaunde, en nuestro país se observó con interés aquel proceso.  Nuestro país comprendió rápidamente que en el proceso peruano estaban ocurriendo hechos completamente distintos.  Cuando vimos la cancelación de las concesiones a las compañías petroleras, cuando vimos la intervención y la recuperación de los recursos que estaban en manos de los monopolios petroleros, cuando vimos la feroz campaña que se desataba en Estados Unidos, cuando vimos la Ley de Reforma Agraria, cuando vimos el control de cambios y cuando vimos, en fin, una serie de medidas, comprendimos que se estaba produciendo un verdadero cambio de estructura en ese país, y que se estaba desarrollando un proceso  revolucionario.  

Y no vacilamos en calificar, desde hace tiempo, de revolucionario el proceso.  Porque lo que determina que un proceso sea revolucionario o no, no son los esquemas, no son las ficciones, no son las abstracciones, sino los hechos.  Y los hechos estaban determinando de manera objetiva la presencia de un proceso revolucionario en Perú.  

Naturalmente, cada proceso tiene sus características.  En el proceso peruano los móviles de la lucha contra el subdesarrollo, contra el dominio exterior de su economía, los sentimientos fuertemente patrióticos y nacionalistas prevalecen.  No se puede hablar de una revolución marxista-leninista en Perú.  Pero sí, desde el punto de vista de la teoría revolucionaria, se puede hablar objetivamente de un proceso revolucionario en Perú.  

La propia reacción y hostilidad que promovió en Estados Unidos...  Aunque naturalmente los imperialistas, después de la experiencia cubana, son mucho más cautelosos, mucho más cuidadosos, mucho más hábiles, y se valen de distintas armas mucho más sutiles.  

En Perú ellos realizan sus grandes campañas reaccionarias apoyados en la oligarquía y en la prensa que está al servicio del pensamiento imperialista, es decir en la prensa de derecha.  

Para citar un ejemplo de ello, baste decir que en los últimos días, en una semana, esos periódicos derechistas escribieron 32 artículos contra Cuba, ¡treinta y dos artículos contra Cuba!  Lógicamente esos artículos contra Cuba no van realmente contra Cuba:  van contra el gobierno peruano.  Porque tienen el objetivo de confundir a las masas, de engañar a las masas, asustar a las masas, indicarles a las masas que los cambios de estructura, que los cambios revolucionarios pueden conducir a problemas, dificultades; es decir a desalentar el espíritu revolucionario de las masas, a combatir ideológicamente los cambios estructurales.  Porque saben, por su larga experiencia histórica, que lógicamente los cambios estructurales que no vienen solos sino acompañados de la feroz resistencia de las clases explotadoras, traen problemas de todo tipo a todos los procesos revolucionarios.  Y ningún verdadero proceso revolucionario se ha podido librar de ellos.  

Pero 32 artículos solo los puede organizar la embajada yanki.  Nosotros conocemos ese tipo de campaña.  Ahora, ¿por qué esa cosa insólita a estas horas, 32 artículos en una semana contra Cuba?  Es el miedo de los imperialistas, es el miedo a la ola revolucionaria que sacude al continente, es el miedo a la ola de radicalización que se está produciendo en América Latina.  Y buscan desesperadamente por todos los medios de evitar lo inevitable, de frenar este proceso, siendo evidentemente cada vez más impotentes para ello.  

Más allá está Bolivia, el escenario donde el Che y sus compañeros guerrilleros libraron su epopeya.  El Che murió, pero en el corazón del pueblo boliviano quedaron sus sentimientos, quedaron sus ideas, quedó su ejemplo.  Fruto de la lucha del Che y de su sacrificio heroico, es la profunda radicalización que se observa en las masas obreras, campesinas y estudiantiles de Bolivia.  

De manera que en Bolivia tenemos un pueblo revolucionario, convulsionado, radicalizado, que no admite comedias y que exige una revolución radical, que exige una revolución profunda, que exige una revolución verdadera.  Y es el pueblo que sale a la calle a combatir las amenazas de golpe fascista.  Y es el pueblo que exige la depuración de las responsabilidades de los elementos fascistas que todavía visten el uniforme militar.  Es el pueblo que exige castigo para los esbirros, para los que tuvieron responsabilidad en los asesinatos de mineros, de obreros, de campesinos y de estudiantes.  Es un pueblo que exige responsabilidad a los que fueron cómplices de la CIA en la represión, en los asesinatos de los guerrilleros, y en el asesinato del Che.  

Es por eso nuestra apreciación de que en Bolivia hay un proceso revolucionario también, por el grado de radicalización y la formidable toma de conciencia de las masas.  

Con respecto a la dirección de ese proceso, no nos hemos manifestado.  Hemos visto que los imperialistas se preocupan, y cuando los imperialistas se preocupan por alguien o están contra alguien, aunque sea por contradicciones no totalmente revolucionarias, nosotros no les haremos ningún favor a los imperialistas.  

De manera que aquí podemos decir o expresar nuestra confianza en el proceso revolucionario peruano, en el gobierno peruano y en el pueblo peruano.  Nuestra confianza en el proceso revolucionario chileno, en el movimiento de la Unidad Popular, en el pueblo chileno y en el gobierno chileno.  Y nuestra confianza en los obreros, estudiantes y campesinos de Bolivia, ¡nuestra confianza en el pueblo de Bolivia!  (APLAUSOS)

Convulsionados están también los regímenes políticos de Uruguay, Argentina y Brasil.  Y todos los días los cables traen noticias de los luchadores revolucionarios, de los combatientes que en la clandestinidad se juegan la vida y derraman su sangre luchando contra la opresión, y que nos recuerdan los días heroicos de nuestro pueblo desde 1953 hasta 1959.  Porque todos los días prácticamente llegan noticias de acciones armadas o de movimientos de masas, todos los días llegan noticias de jóvenes muertos en combate con las fuerzas represivas.  Y evidentemente que esos gobiernos están en crisis frente al auge de la lucha revolucionaria de los pueblos.  

En crisis está el gobierno de Uruguay.  En crisis muy seria y muy grave está el gobierno de Argentina, donde hemos visto al gorila Lanusas o Lanusse —no confundir con Llanusa (RISAS)—, el gorila Lanusse, que después de estar detrás del trono quitando y poniendo gobiernos, de crisis en crisis, tuvo que asumir la determinación de tomar directamente la responsabilidad del gobierno, para ver cómo trata de sacar al ejército del problema tremendo en que lo ha metido, de la situación crítica en que va cayendo; cómo trata de organizar una componenda electoral que evite una salida revolucionaria al pueblo argentino.  

Nuestra apreciación es que sus esfuerzos son inútiles, y que Argentina, lo mismo que Brasil, donde las oligarquías dominantes y explotadoras acudieron a las formas más bárbaras para mantener su sistema, han llegado al punto que Marx consideraba “la antesala de las revoluciones”:  la situación en que se han agotado los últimos métodos, los últimos procedimientos, las últimas armas para mantener un sistema.

De manera que vemos claramente el desarrollo de la crisis en Uruguay, en Argentina y en Brasil.  

Todos los días los cables publican noticias de las bárbaras torturas tipo Batista, tipo Ventura, que tienen lugar todos los días en Brasil.  Y todos sabemos que cuando los sistemas dominantes y explotadores han llegado a esa situación, no tienen salida posible.  

De manera que una ola de radicalización, una ola revolucionaria sacude el continente y amenaza seriamente el dominio imperialista.  

Ahora bien:  ¿Cuál ha sido y cuál puede ser la posición de Cuba en esta situación?  

Cuba mantiene su línea, la de siempre:  la de la Sierra Maestra, la de Girón, la de todos los instantes, ¡la de la Primera Declaración de La Habana y la de la Segunda Declaración de La Habana!  Cuba mantiene su línea de apoyo a los gobiernos revolucionarios y de apoyo también a los movimientos revolucionarios en América Latina (APLAUSOS).  

Los imperialistas, lógicamente, quisieran apaciguar a Cuba, tranquilizarla, domesticarla, neutralizarla.  Eso, desde luego, ¡ni soñarlo!  Si lo soñaron alguna vez, mal soñado, porque no debieron soñarlo nunca.  Porque también en la tradición de nuestro pueblo está la firmeza de principios, está la intransigencia revolucionaria.  

¿Que llevamos 10 años después de Girón?  También los cubanos lucharon de 1868 a 1878, 10 años.  Desgraciadamente, conocida es la dolorosa experiencia del Zanjón:  el derrotismo, el pesimismo, condujeron a la deposición de las armas.  Claro, nuestro pueblo ha recogido esa experiencia, esa larga experiencia.  Por eso los americanos —mal dicho los americanos, porque ya decíamos que ese nombre no es de ellos solos—, los yankis (y cuando decimos yankis, decimos imperialistas), no tienen ningún derecho ni ninguna base para soñar en ningún tipo de normalización de relaciones con Cuba ni de conciliaciones con Cuba.  

Explicamos esto, porque en estos días la demagogia de míster Nixon rebasa todos los límites.  En una situación desesperada por las tremendas derrotas infligidas en Indochina, donde míster Nixon empezó el gobierno con una guerra y ahora tiene tres guerras —y las tres perdidas, y cada vez más perdidas—, maniobra internacionalmente buscando desesperadamente un clavo ardiendo al que agarrarse.  Lo conocemos bien; demasiado bien.  Entre otras cosas, no olvidamos que fue uno de los padres de la invasión de Girón, y uno de los responsables de los 149 compañeros que perdieron su vida en Girón.  No lo olvidamos.  

Y así en una reciente entrevista por radio, hablando de política internacional y de sus últimas filigranas diplomáticas, refiriéndose a Cuba decía:  “Si la política cubana ante nosotros llegara a cambiar entonces encararíamos la modificación de la nuestra ante Castro.  Es decir, que daríamos un paso adelante.”  Prosiguió:  “Mientras el Gobierno de La Habana no cambie su política hacia nosotros no cambiaremos en nada la nuestra.”  Después dice:  “y La Habana no ha dado ningún paso, por lo cual las relaciones con Cuba siguen siendo un témpano.”  

Desde luego, ya no es el lenguaje insolentón, despectivo.  Quienes un día soñaron ponernos de rodillas hoy casi casi añoran un gesto de Cuba.  ¡Pero tal gesto, míster Nixon —lo decimos con la honradez que caracteriza a esta Revolución y a sus pronunciamientos— no tendrá lugar en absoluto!  (APLAUSOS)

Los imperialistas tienen acumulada una larga suma de responsabilidades y de deudas contraídas con nuestra patria y con nuestro pueblo.  Incluso si no se contara lo que nos hicieron desde la Guerra de Independencia, su intervención oportunista, su Enmienda Platt, su apoderamiento de parte de nuestro territorio y de nuestra riqueza, el saqueo a que nos sometieron durante casi 60 años, lo que nos han hecho en los años recientes, después que deformaron la economía de nuestro país, después que nos hicieron depender en absoluto de un solo producto que tenía un solo mercado, nos quitaron el mercado azucarero y con ese mercado, con esa cuota azucarera fueron de país en país sobornando a los gobiernos reaccionarios y oligarcas, ofreciéndoles parte de nuestra cuota azucarera para que votaran contra Cuba.  

Detrás de todas esas maniobras de la OEA, detrás de todos esos acuerdos, además de la criminalidad de la política yanki está la bochornosa corrupción, el increíble soborno que hicieron a los gobiernos oligarcas repartiéndoles la cuota azucarera de Cuba.  

Los imperialistas yankis nos privaron de las materias primas indispensables de nuestra industria, en muchos casos con procesos tecnológicos adaptados a determinadas y exclusivas materias primas; nos privaron de la posibilidad de repuesto de nuestras fábricas, de nuestras locomotoras, de todos nuestros medios de transporte, que provenían, en su inmensa mayoría, de Estados Unidos.  

Los imperialistas nos obligaron a adquirir los productos a 10 000 y  15 000 kilómetros de distancia, de manera que aun contando con 52 barcos de transporte nuestro país solo puede transportar apenas el 8% de todo lo que entra y sale del país.  

Los imperialistas nos persiguieron por todas partes, bloqueando nuestras operaciones comerciales, impidiendo vender nuestros productos, influyendo en todos los países donde tenían intereses —bien interés como mercados compradores, bien como dueños de industrias, bien por influencia política— obstaculizando la venta de los productos cubanos, entre otras las ventas de nuestro níquel.  

Los imperialistas con sus medidas boicoteaban los barcos, encarecían los fletes hacia nuestro país, dificultaban la obtención de transporte para traer nuestras mercancías.  Los imperialistas nos obligaban a pagar mas caro, porque un país con las condiciones de Cuba tenía que ir a comprar y muchas veces tenía que pagar un 20% ó un 30% más por cualquier producto.  

Los imperialistas y sus agentes desplegaron durante todos estos años un enorme esfuerzo por sobornar, por comprar, por seducir a los agentes diplomáticos y comerciales de Cuba.  

Los imperialistas desplegaron durante todos estos años una gran actividad de espionaje.  

Esto sin referirnos a las actividades que directamente realizaron contra nosotros, las decenas y decenas de cargamentos de armas lanzados en aviones en el Escambray, promoviendo la lucha de bandidos, que nos costaron cientos de vidas, que nos costaron cientos de millones; las infiltraciones, los sabotajes, los incendios como el de “El Encanto”, explosiones como la de “La Coubre”; decenas de ataques piratas y de fechorías de todo tipo cometidas contra nuestro país.  Y hoy precisamente estamos conmemorando el X aniversario del piratesco y criminal ataque de Girón.  

Los imperialistas después nos hicieron vivir aquellos difíciles días de octubre.  Los imperialistas movieron a sus títeres, movieron sus recursos, y promovieron acuerdos de todo tipo contra nuestro país.  

No lo olvidamos.  Ni olvidamos los crímenes cometidos contra otros pueblos hermanos; los crímenes históricos contra Cuba y los crímenes históricos contra otros países de América Latina; los crímenes históricos contra México, contra Centroamérica, contra Santo Domingo.  

No olvidamos el asesinato de Sandino —crimen histórico—, los numerosos asesinatos cometidos, asesinatos políticos, contra los dirigentes revolucionarios.  

Y los crímenes contemporáneos de los imperialistas tampoco los olvidamos:  el asesinato de Lumumba; el asesinato de Mulele; los asesinatos masivos cometidos contra los comunistas de Indonesia, resultado de las intrigas y de las conspiraciones de la CIA; los asesinatos de revolucionarios en países de Africa.  

No olvidamos la criminal intervención reciente en Santo Domingo, donde desembarcaron sus tropas armadas hasta los dientes para impedir la libre determinación del pueblo dominicano.  

No olvidamos sus crímenes contra Corea.  No olvidamos sus crímenes contra los países árabes.  No olvidamos sus crímenes horrendos contra el heroico pueblo de Viet Nam y los demás pueblos de Indochina (APLAUSOS).  

No olvidamos los golpes reaccionarios de Argentina, de Brasil y otros países, con sus secuelas de represiones sangrientas de obreros, campesinos y estudiantes promovidas por el imperialismo.  

Y ese es el imperialismo que representa míster Nixon.  

¿Qué tipo de arreglo, qué tipo de relaciones normales puede haber de un país revolucionario como Cuba, en las condiciones que desenvuelve su proceso Cuba, y ese imperialismo yanki y ese gobierno de genocidas y ese gobierno gendarme y ese gobierno agresor?  

Conciliar con el imperialismo para míster Nixon, o relaciones normales, significa que Cuba renuncie a su solidaridad con los movimientos revolucionarios y con los pueblos revolucionarios y con los gobiernos revolucionarios.  ¡Y Cuba no renunciará —lo repetimos una vez más—, no renunciará jamás a la solidaridad con los gobiernos revolucionarios y los pueblos revolucionarios y el movimiento revolucionario!  (APLAUSOS)

¡Hemos sobrevivido durante diez años, y sobreviviremos el tiempo que sea necesario!  ¡Hemos resistido diez años —desde Girón—, y resistiremos el tiempo que sea necesario!  

Nos podemos permitir despreciar, ¡sí!, sencillamente despreciar      —porque nos han enseñado a eso, porque afortunadamente nos han preparado para eso—, despreciar las relaciones con el gobierno imperialista de Estados Unidos, despreciar las relaciones con un gobierno de agresores, con un gobierno de genocidas, con el gobierno imperialista de un imperio en decadencia además y en franca derrota en todos los frentes internacionales.  

Buenas relaciones con los imperialistas solo las podría tener esta Revolución al precio de la claudicación, ¡y esta Revolución no claudicará jamás!  (APLAUSOS)

En un tiempo estábamos en la Sierra Maestra aislados; en condiciones difíciles manteníamos la lucha.  Resistimos y salimos victoriosos.  

Después que nuestro pueblo conquista el poder y se inicia una nueva fase de la Revolución, los imperialistas nos aislaron, nos dejaron igual que Batista nos dejó en la Sierra Maestra.  Hemos resistido y resistiremos.  Pero ya no estamos tan solos, ¡ya no estamos solos!  Otros pueblos inician el camino revolucionario.  

Relaciones normales con los imperialistas significaría renunciar a nuestros deberes elementales de solidaridad con los pueblos revolucionarios y los movimientos revolucionarios de América Latina.  

¿Relaciones normales con los imperialistas, que amenazan a los pueblos hermanos, que amenazan a otras revoluciones?  

¿Cómo si nosotros estamos dispuestos a ir a luchar junto a nuestros pueblos hermanos contra esos imperialistas y contra los mercenarios de ese imperialismo se puede concebir ninguna idea de conciliación o de relaciones normales con ese imperialismo?  ¡De ninguna manera!  

Y una vez más queremos fijar nuestras posiciones.  

Algunos gobiernos latinoamericanos han planteado en la OEA su condena a las agresiones o a las medidas contra Cuba.  Está claramente la posición de Chile.  Otros han planteado que cesen las sanciones.  ¿Sanciones a quién?  ¿Quiénes son aquí realmente los sancionados?  ¿Quiénes debieran ser los sancionados?  ¡Los imperialistas yankis y los gobiernos títeres que fueron cómplices de las agresiones contra Cuba! Nosotros habremos sido sancionados por esa cohorte de bandidos, pero moralmente nosotros nunca nos hemos sentido sancionados.  ¡Moralmente e históricamente los únicos sancionados son ellos!  Y desde luego que nosotros no pensamos levantar —ni nadie puede levantar— esas sanciones morales e históricas contra el imperialismo y sus secuaces.  Esa es nuestra posición (APLAUSOS).  

Los imperialistas y los títeres están condenados por la historia.  

Nosotros creemos que cuando el gobierno de Chile adopta la línea de dar allí una batalla actúa correctamente.  Dentro de las condiciones de Chile, Chile libra su batalla en la OEA.  No han botado al gobierno chileno de la OEA como a nosotros nos botaron.  Y estamos fuera, ¡nos sentimos magníficamente bien fuera de la OEA!  (APLAUSOS)  No tenemos que rendirle ninguna cuenta al imperialismo ni a la OEA.  Nos sentimos mejor fuera de la OEA que dentro de la OEA.  ¡Nos sentimos más honrados y más ligeros y más satisfechos y más libres fuera de la OEA que dentro de la OEA!  

Además, ¿cómo nos van a poder admitir en la OEA si nosotros decimos que estamos con los gobiernos revolucionarios?  ¿Si nosotros, además de decir que la OEA es una sentina inmunda, asquerosa y desprestigiada (APLAUSOS); si nosotros, además de decir que la OEA produce vómitos en nuestro país —el nombre de la OEA—, además declaramos que hemos apoyado, apoyamos y seguiremos apoyando a los movimientos revolucionarios en América Latina?  (APLAUSOS)  ¡Ni somos ni seremos de la OEA!

Un día dijimos:  bueno, si quieren que boten a los imperialistas de la OEA, que boten a los títeres de la OEA.  Pero es que históricamente la OEA tiene que desaparecer, porque la OEA en sí misma es expresión histórica del grado de balcanismo y de división que los imperialismos han introducido en América Latina, puesto que no debiera existir una Organización de Estados Americanos, o latinoamericanos, sino una Unión de Estados Latinoamericanos.  ¡Unión, no Organización!  (APLAUSOS)  y para que exista unión tiene que haber primero revolución en cada uno de los países de América Latina.  

La unión no se producirá por acuerdo un día a una hora determinada.  Será un proceso histórico en la medida en que se tome conciencia de este fenómeno, en la medida en que los pueblos se liberen y en la medida en que comprendan que para cada uno de nuestros pueblos hay una sola verdad:  solo hay porvenir en la unión, solo hay salvación en la unión.  

Será un proceso histórico largo, de integraciones parciales de tipo económico, hasta que un día —es ley de la historia—, algún día, perteneceremos a una unión de los pueblos de América Latina.  Unión económica y unión política de los pueblos latinoamericanos (APLAUSOS).  

Hoy día las distancias han desaparecido.  De La Habana a Buenos Aires se llega mucho más rápido hoy, tres veces, cuatro veces más rápido que lo que tardaba en llegarse a principios de siglo de Santiago de Cuba a La Habana.  La distancia ya no existe.  Los medios de comunicación, fabulosos.  Más toda la tradición, más toda la comunidad cultural, lingüística, comunidad de intereses, promueven inexorablemente la unión de nuestros pueblos.  

La Revolución Bolchevique fue un extraordinario acontecimiento histórico, el más extraordinario acontecimiento de este siglo, y tal vez de este milenio.  Ahora, la revolución tiene lugar en un inmenso país de 170 millones de habitantes, con inmensos recursos naturales.  Si la revolución hubiese tenido lugar en Bielorrusia, en una de las muchas nacionalidades, de las pequeñas nacionalidades que hoy integran la Unión Soviética, el proceso revolucionario aquel, aquel acontecimiento histórico no habría tenido la trascendencia enorme que tuvo, que tiene hoy, que hace posible el desarrollo de enormes recursos económicos, que hace posible el desarrollo de ingentes recursos militares para hacer frente a la amenaza imperialista, que hace posible el inmenso desarrollo tecnológico que le permita la conquista del espacio, luchar con el imperialismo yanki y vencerlo en la conquista del espacio.

El imperialismo yanki es nada menos que vecino nuestro, está al lado nuestro, ha estado influyendo en nuestro destino durante 200 años.  Seguiría ejerciendo una decisiva y aplastante influencia en el destino de nuestros pueblos en la medida en que seamos incapaces de unirnos.

De manera que por ley de la historia nuestros pueblos están llamados a unirse.  Y esa será la tarea de los revolucionarios latinoamericanos, esa será tarea de las futuras generaciones.  No sería extraordinario incluso que nuestros niños de hoy llegaran a conocer ese acontecimiento, llegaran a vivir esa realidad.  Eso está señalado inexorablemente por la historia.  

Y por eso nosotros, a las futuras generaciones debemos enseñarlas con esa conciencia, debemos desarrollarles lo más ampliamente ese sentimiento internacionalista y, además, latinoamericanista; ese sentimiento que se expresa en la sangre donada al pueblo peruano; ese sentimiento que se expresa en nuestra voluntad de correr a luchar junto al hermano pueblo chileno, sencillamente porque esos sentimientos están ya en nuestras mentes, esos sentimientos están en nuestros corazones, esos sentimientos están en nuestra sangre.  

Ha tenido nuestro país el privilegio de ser el primero, el privilegio de poder profundizar en su conciencia política, en su conciencia revolucionaria.  Corresponde a nuestro país una gran responsabilidad, corresponde a las generaciones venideras seguir el camino trazado en nuestras luchas por la independencia, seguir el camino trazado por Martí en Dos Ríos, seguir el camino trazado por los combatientes y los héroes de Girón, seguir el camino que nos trazan las realidades del mundo en que vivimos, seguir el camino que nos trazan las leyes de la historia.  

Por eso nosotros creemos que ya este X aniversario de Girón marca un cambio cualitativo en la situación de América Latina.  Y deberá marcar también un cambio cualitativo en el desarrollo de nuestra conciencia internacionalista, en el desarrollo de nuestra conciencia latinoamericanista.  Y debemos orientar nuestra escuela en ese sentido, y debemos orientar nuestros estudios en ese sentido, y debemos orientar nuestro movimiento cultural en ese sentido, y debemos empezar a orientar toda nuestra formación y la formación de las futuras generaciones, la formación de nuestra actual generación de niños, por ese camino.  

Así que para nosotros este X aniversario de Girón se conmemora bajo los auspicios de un crecimiento del movimiento revolucionario y una ola de radicalización revolucionaria de América Latina; se conmemora en un momento en que ya no es solo Cuba:  en que otros pueblos siguen ese camino; y se conmemora en un momento en que la lucha por la liberación de los pueblos toma auge, y cuando las tareas futuras de nuestro pueblo se vislumbran con toda claridad; se conmemora con la enorme satisfacción de tener una representación de un pueblo hermano, a cuyo simbolismo se une la representación de otros pueblos revolucionarios, como la representación del hermano pueblo de la república Democrática Alemana, en la persona de su Ministro de Defensa (APLAUSOS), y la representación de los heroicos combatientes vietnamitas (APLAUSOS).  

Nuestras fuerzas armadas y nuestros combatientes todos, nuestro pueblo todo, deben seguir esforzándose como hasta hoy, superándose incesantemente en el terreno técnico y en el terreno político.  Pensemos que ya tenemos el deber de prepararnos no solo para nosotros, no solo para defender nuestra tierra, no solo para defender nuestra patria             —nuestra patria chica, digamos, que es Cuba—, sino también para expresar nuestra solidaridad, en el terreno que sea necesario, con relación a los pueblos de América Latina (APLAUSOS).  

Nuestras fuerzas armadas han adquirido un amplio dominio de la técnica, han desarrollado formidables instituciones educacionales.  Hemos tenido esa posibilidad de avanzar en ese campo.  Y en ese terreno, sin duda que algún día nos veremos en la necesidad de prestar asistencia técnica a otros pueblos revolucionarios de América Latina, de prestarles nuestro apoyo, y nuestro apoyo lo mismo en el orden técnico.  

En estas mismas instituciones posiblemente en el futuro haya también estudiantes de otros pueblos revolucionarios de América Latina, ¡seguro!  Por eso cuando vemos que se desarrolla el ITM y otras escuelas pensamos que deben desarrollarse no solo para los cubanos, sino también para los latinoamericanos (APLAUSOS).  

Y con relación a América Latina, en el momento y hora que otros pueblos revolucionarios hermanos lo soliciten:  asistencia técnica, como técnicos o como soldados, ¡como soldados!  (APLAUSOS)  Como el más sagrado de los deberes:  como combatientes.

Por eso, compañero Volodia Teitelboim, expréseles al pueblo chileno, a la Unidad Popular, y al gobierno que preside Salvador Allende  —desinteresadamente, fraternalmente, con el espíritu de Girón—, que cuando lo necesite puede contar con nuestra azúcar (APLAUSOS), y cuando lo necesite puede contar con nuestra sangre (APLAUSOS), y cuando lo necesite puede contar con nuestras vidas.  

¡Vivan los héroes de Girón!  (EXCLAMACIONES DE:  ”¡Vivan!”)

¡Viva el internacionalismo proletario!  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Viva!”)  

¡Viva la solidaridad con los pueblos de América Latina!  (EXCLAMACIONES DE:  “¡Viva!”)

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!  

(OVACION)

 

 

 

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